Felipe
—Señora Dagger.
—Puedes llamarme Verónica.
—Claro... —dejo el trapo en la barra— Si buscas a Candace yo no sé...
—Es a ti a quién busco.
—¿A mí?
—¿Podemos sentarnos unos minutos?
—Claro. Déjame que cambie el cartel a cerrado.
Me siento frente a ella y escondo las manos bajo la tabla de madera para ocultar el nerviosismo que me genera esta mujer cuando me mira con esa intensidad que la caracteriza. Nos mantenemos en silencio mientras siento sus celestes ojos clavados en mí a la vez que intento mirar a cualquier parte menos a la persona que tengo de frente. Me obligo a levantar la mirada cuando un largo suspiro sale de su garganta, y en su mirada veo inseguridad, algo con lo que jamás habría relacionado con la grandiosa Verónica Dagger.
—Bueno... —se aclara la garganta a la vez que vuelve a enderezarse en la silla como si no quisiera rozarla demasiado— No hemos empezado con buen pie... —se limita a decir.
—No pasa nada —digo por cortesía, aunque la realidad es otra muy distinta.
—Sí qué pasa muchacho —se coloca el bolso en las rodillas y se inclina quedando más cerca de mí— Izan me ha contado lo ocurrido. Estaba como loco buscando a su hermana —hace una mueca quitándole importancia— Como si fuera la primera vez que desaparece...
—Espera. ¿No es la primera vez?
—En esta familia nos gusta llamar la atención —se encoge de hombros dando por zanjado el tema— El caso es que esta vez ha sido diferente. No ha avisado a nadie, no lo ha hecho para que le prestemos atención, sino para todo lo contrario... —sus ojos pasan a los míos de uno a otro— No te voy a mentir, cuando me ha dicho que no estabais en vuestro mejor momento me he alegrado.
—¿Ha venido a restregármelo? —me tenso.
—He pensado bastante en lo ocurrido —pestañea lentamente sin dejar de mirarme, con el mismo gesto serio desde que ha entrado— Y resulta que he estado equivocada todo este tiempo.
Le sostengo la mirada en silencio mientras espero a que continúe.
—Mi marido y yo no cruzamos el mejor momento —me sorprende la sinceridad con la que me habla de su vida privada— Siempre he creído que con guardar las apariencias y cerrar los ojos cuando no quieres ver ciertas cosas bastaba, pero resulta, que a veces eso mismo es lo que causa dolor a las personas que más amas en el mundo. Quizás llegue tarde para solucionar alguno de mis problemas, pero para ti aún no lo es.
—Si le soy sincero, no sé de qué me está hablando —me toco la nuca nervioso.
—Te hablo de mi hija —cruza las piernas— Candace ha cambiado con los años, ha pasado de ser un arcoíris repleto de colores y luz, a un pozo oscuro y frío. Pero para mi sorpresa y la de todos, de un día para otro, mi hija empezaba a recuperar esa luz que la caracterizaba, como si aún la conservara dentro —su mirada se vuelve cristalina y la aparta unos segundos para serenarse— Me habría gustado ser yo la que lo hubiera conseguido, pero todo el mérito es tuyo.
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Amor con fecha límite #1
RomanceUN MALENTENDIDO, UNA REPUTACIÓN QUE MANTENER Y UN TRATO QUE ACEPTAR. Candace siempre lo ha tenido todo, hasta que un día decide cambiar su estudiada rutina y toda su vida se ve envuelta en un sinfín de cambios. Encuentra a su novio en la cama con ot...