Felipe
—¿Qué te apetece hacer? —pregunta tirada en mi cama— Tenemos toda la tarde libre.
No puedo decir en alto lo que realmente me apetece, así que digo mi segunda opción en la lista de prioridades.
—He visto que hay un mirador no muy lejos de aquí donde se puede ver el atardecer.
—Llevo años queriendo ir —dice emocionada— Pero hay que subir una montaña, no podremos llevarnos a Garfield.
—Lo siento colega, te quedas en casa —le digo al pobre que nos mira en silencio sin entender nada.
—Ni te lo has pensado —se ríe.
—¿Se puede estar celoso de un gato? —lo miro con el ceño fruncido— Le haces más caso que a mí.
—Eso no es cierto —se queja— A que no mi chico... —le acaricia el lomo con mimo.
—¿Ves? —resoplo— A mí no me dices cosas tan bonitas, ni me hablas en ese tonito.
—¿Quieres que te hable como a un bebé? —se ríe.
—Si eso significa que me mirarás como le miras a él, sí.
—Eres idiota... —reprime una sonrisa— Venga, abrígate y nos vamos, que no llegaremos a tiempo.
Tira de mí y camina hasta su dormitorio. Aprovecho que me deja a solas con Ferrero para tener unas palabras muy serias con él.
—Colega, necesito que sigamos con el trato —le susurro poniéndome de rodillas para estar a su altura mientras me mira fijamente— Te voy a dejar dos cuencos llenos de agua, necesito que te bebas los dos, ¿vale? —maúlla en respuesta— Después te explico el plan, pero necesito que bebas todo lo que te he dejado, ¿de acuerdo?
Me pongo en pie cuando escucho a Candace acercarse con las botas de nieve puesta y por primera vez la veo salir a la calle sin tacón y con su estatura normal. Sonrío al comprobar que tan solo me llega por el hombro y no por la barbilla como de costumbre, y tengo que esconder ambas manos en los bolsillos para no agarrarle la mano o abrazarla con tal de sentirla cerca.
Salimos como dos muñecos hinchables, no exagero, me ha obligado a abrigarme como uno y ahora mismo llevo tanta ropa que apenas puedo moverme. El trayecto es rápido y sencillo, estaba mucho más cerca de lo que imaginaba y aparco en uno de los pocos sitios que quedan a estas horas. Bajamos del coche y seguimos las flechas que indican el camino que hay que subir hasta el mirador. El entorno es precioso, las montañas nevadas y el bosque que lo cubre le da un aspecto de película.
—Hay mucha más nieve de la que imaginaba —dice temblando mientras camina con cuidado de no resbalar.
—Ven, dame la mano —me acerco para ayudarla a subir por la resbaladiza nieve.
ESTÁS LEYENDO
Amor con fecha límite #1
RomanceUN MALENTENDIDO, UNA REPUTACIÓN QUE MANTENER Y UN TRATO QUE ACEPTAR. Candace siempre lo ha tenido todo, hasta que un día decide cambiar su estudiada rutina y toda su vida se ve envuelta en un sinfín de cambios. Encuentra a su novio en la cama con ot...