Candace
22 de Enero
—Venga, muévete —me ordena Eider con cara de pocos amigos.
—Qué no, pesada —repito por décima vez.
—Mara, ¿me ayudas? —le pide en una clara intención de amenaza por la forma en la que me echa miraditas furtivas.
La conozco, y sé que es de todo menos delicada, así que opto por salir de la cama de una vez antes de que me cojan entre las dos y salga rodando como una croqueta por el pasillo.
—¿Contentas? —bufo de malas maneras cuando paso por su lado.
—¿En serio? —se queja— Llevo media hora y nada, nombro a Mara y te levantas enseguida.
—Tengo un don —se mofa la aludida.
—Tienes que ducharte —el tono de Eider parece comedido, pero solo si no la conociera y supiera que la realidad es que se está aguantando la risa, y no porque le importen mis sentimientos— Hueles a sardinas en mal estado.
—¿Y Lía? —pido refuerzos de la única de este grupo que sé que va a estar de mi lado.
—Está de camino.
—La esperaremos —miro a ambas, para comprobar si mi excusa ha funcionado y puedo ganar unos minutos más hasta que me manejen como a un muñeco de trapo sin entender que ahora mismo solo quiero seguir triste un poco más.
—A mí no me importa que huelas a choza mugrienta —Mara se encoge de hombros con clara indiferencia sobre el tema, lo que hace que mi esperanza por librarme sea cada vez mayor— Pero no te acerques demasiado si no quieres que vomite encima de ti.
—¿Es eso lo que quieres? —Eider sonríe claramente satisfecha con el discurso de Mara, que había empezado bien y ha terminado desastroso.
—Lo que quiero es quedarme bajo las sábanas y no salir nunca.
—¿Ni para mear? —Mara alza las cejas sorprendida y asqueada a partes iguales.
—Para nada...
Ambas me miran con expresiones distintas, pero con la misma cara de fastidio por estar un viernes noche en mi casa intentando sacarme de la cama para que haga vida normal, según no han parado de repetir una y otra vez desde lo ocurrido, porque sí, Mara se encargó de explicarlo muy al detalle toda la conversación, beso incluido. Incluso creo que lo grabó para disfrute personal. Como te lo digo... Al menos no he tenido que explicarles nada, eso que me he quitado, no soportaría tener que volver a pensar en ello otra vez.
—¿Tú por la izquierda y yo por la derecha? —susurran en tono divertido para que pueda oírlas a la perfección.
Cierro los ojos y respiro por la nariz sonoramente cuando veo que es imposible escapar y que no me queda otra que rendirme. Subo los brazos por la cabeza cuando ambas tiran del borde de mi pijama y me lo suben hasta dejarme con mis pequeños pechos al desnudo. No tardan demasiado en quitarme también el pantalón y arrastrarme hasta la ducha, donde Eider tiene el detalle de regular la temperatura antes de lanzarme de lleno al agua. No es hasta que veo a Lía aparecer por la puerta cuando consigo borrar la cara de pánico y convertirla en una más relajada.
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Amor con fecha límite #1
Roman d'amourUN MALENTENDIDO, UNA REPUTACIÓN QUE MANTENER Y UN TRATO QUE ACEPTAR. Candace siempre lo ha tenido todo, hasta que un día decide cambiar su estudiada rutina y toda su vida se ve envuelta en un sinfín de cambios. Encuentra a su novio en la cama con ot...