86. OJALÁ NUNCA HUBIERA CONOCIDO A CANDACE COLEMAN

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Candace

6 de Enero

No voy a volver a fingir, eso lo tengo claro, pero tampoco puedo dejarle solo en un momento como este. 

Después de tanto tiempo pensé que era esto lo que quería, que era a él a quién amaba y que esta era la vida soñada, pero ahora que lo tengo, soy consciente de que nada de esto me hace realmente feliz. No quiero nada de esto, ya no.

Sonrío a la pantalla del móvil mientras Mario me rodea los hombros y me pega a su pecho, me veo reflejada en la pantalla, intento buscarme, pero ya no me veo. Esta ya no soy yo. La chica segura, con ganas de comerse el mundo y con una sonrisa infinita no está aquí. En el reflejo solo puedo ver grietas, a una chica rota en pedazos por una sola decisión, la que ha cambiado mi vida a peor.

Mara es la primera en llegar al restaurante. Me hace un gesto señalando el ramo de flores que tengo en las manos.

—¿Ya habéis hecho las paces?

—Son de Mario.

No le gusta mi respuesta, su cara cambia por completo de una divertida a una furiosa en apenas segundos.

—Joder, Candace —Mara me mira con decepción, una mirada que no acostumbro a ver en ella al mirarme— ¿Unas flores? ¿Crees que con unas malditas flores ya está todo arreglado?

—Al menos ha tenido el detalle de disculparse por lo que me pidió ayer... —le defiendo, no sé muy bien por qué, costumbre supongo.

—Date cuenta de una maldita vez. Mario no te quiere —sus palabras se me clavan como puñales— ¿Has visto cómo te habla y cómo te trata? Él solo mira por él mismo, y si no haces lo que quieres discutís. ¿Estos son los amigos que quieres en tu vida? Porque yo no pienso decirte qué hacer para ser tu amiga...

—Nosotros lo arreglamos a nuestra manera —mi voz sale en un susurro, porque ni yo misma me creo ya mis propias palabras, porque nunca antes nadie había sido tan directa y sincera conmigo como lo está siendo ella en este momento.

—No, él lo arregla a su manera, pero en realidad no se arregla nada. Estás enganchada a la idea que tienes de él, al absurdo enamoramiento infantil que tienes desde pequeña, pero él ya no es ese niño dulce que te cuidaba, ahora es un imbécil que no sabe lo que tiene al lado.

—Basta, Mara —siento como una lágrima comienza a descender por mi mejilla abrasándome la piel— Sé que tienes razón, pero esto duele.

—No es real, la versión en tu cabeza no existe. Mario es un mierda que no merece ni que le mires. Date cuenta de una vez, abre los ojos y mira bien, porque hay muchas personas ahí fuera esperándote con los brazos abiertos, personas que te quieren y otras que harían cualquier cosa por ti, y eso si es amor.

En cuanto las palabras salen de su boca las imágenes de Felipe llegan a mi cabeza una tras otra, como si se tratase de la película de nuestra vida. Sin que le hubiera hecho falta, he sabido enseguida que se trataba de él, porque siempre lo ha sido.

Amor con fecha límite #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora