Candace
Odio a mi hermano con todas mis fuerzas.
Lleva toda la noche con Felipe, sin opción a que me pueda acercar, rodeado de mujeres que están dejando un charco alrededor de él mientras le sonríen y le tocan el brazo con poco disimulo.
Estoy celosa. Sí. Claro que lo estoy. Odio esta sensación que abrasa por dentro, porque no puedo controlarla, no me deja pensar con claridad.
No he conseguido dejar de mirarle. Aún tengo el tacto de su piel en mis dedos, el picor en la yema cuando los he pasado por encima de la barba que le comienza a salir y que no había visto hasta ahora. Tiene el pelo cada vez más largo, y los cabellos que nunca peina ahora le caen por la frente tapando uno de sus ojos. Quiero apartarlo de su cara, jugar con los mechones y peinarle con los dedos.
Parece decirle algo a mi hermano con una sonrisa ladeada y luego apuntar con la barbilla hacia una mujer preciosa que no le quita la mirada. Se pone en pie y se mueve con dificultad hacia ella. No tarda más de diez minutos en tenerla riendo por lo que sea que le dice y con ambos brazos acariciando su cuerpo. Quiero vomitar. No puedo seguir torturándome con esto, pero cuando voy a apartar la mirada, los dos caminan juntos y se pierden por uno de los pasillos que quedan en penumbras.
No soy idiota. Sé perfectamente que van a hacer, y no es jugar al parchís. Aprieto los labios. No quiero llorar más. Esto iba a pasar tarde o temprano. Supe desde el principio que no era buena idea, que este trato me iba a traer más cosas malas que buenas, pero aun así lo hice, por la maldita imagen que ahora me importa una mierda. Aparto la mirada del punto donde han desaparecido los dos y me obligo a girarme y volver con el grupo, a fingir que todo va bien, aunque cada vez me cueste más. La culpa es mía. Yo lo he estropeado todo. Como siempre hago con las cosas importantes de mi vida. No lo merezco. Es mejor así.
Tengo que sujetarme a la pared cuando alguien pasa por mi lado a toda velocidad y casi me lleva por delante. Recupero la estabilidad y miro furiosa en su dirección, pero ni siquiera se ha parado a disculparse. Doy varias zancadas en su dirección, estoy furiosa y pienso pagarlo con quién sea que se cruce en mi camino, aligero el paso hasta que soy consciente de quién es esta espalda y el estado de sus movimientos.
No lo pierdo de vista, me escabullo entre la gente y lo sigo hasta la salida. El corazón me late a toda velocidad cuando se para entre dos coches y comienza a respirar con dificultad. Me acerco lentamente, no quiero asustarlo, pero necesito comprobar que está bien, aunque ya conozco la respuesta.
Está borracho.
—Felipe...
Tiene los ojos rojos, me mira con rabia consiguiendo que me quede en el sitio y no siga avanzando.
—¡Lárgate! —su respiración se vuelve cada vez más acelerada.
—¿Estás bien?
—Perfectamente —aprieta la mandíbula— Déjame solo.
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Amor con fecha límite #1
RomanceUN MALENTENDIDO, UNA REPUTACIÓN QUE MANTENER Y UN TRATO QUE ACEPTAR. Candace siempre lo ha tenido todo, hasta que un día decide cambiar su estudiada rutina y toda su vida se ve envuelta en un sinfín de cambios. Encuentra a su novio en la cama con ot...