84. LEER ES DE GUAPAS

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Candace

3 de Enero

Olivia parece estable dentro de lo que cabe, aunque su humor cada vez es más seco y desagradable, hoy solo me ha dejado estar dos horas junto a ella, siento que cada día que pasa se acerca más la fecha, y que ella lo sabe, por eso quiere librarse de mí lo antes posible, cuando yo lo único que quiero es pasar todo el tiempo posible junto a ella, sea de la forma que sea.

Por suerte, Mara y Lía vuelven de sus vacaciones y hemos quedado las cuatro en el piso de Izan para darnos los regalos del amigo invisible. He de decir que estoy nerviosa, nunca antes había hecho algo parecido. Espero haber acertado con mi regalo, pero, sobre todo, espero que nada haya cambiado en estos días, porque las necesito como nunca había necesitado a nadie.

No sé cómo he podido sobrevivir tanto tiempo sola, sin el apoyo incondicional de nadie, caminando en soledad sin saber si eso será suficiente. Llevo tanto años equivocada con todo que ni siquiera sé quién soy.

Cuando eres pequeña el amor te parece todo a lo que puedes llegar, la parte más importante de tu vida y la que consume toda tu energía. Creía que mi primer amor había sido Mario, que nunca podría sentir más de lo que había sentido por él, que juntos llegaríamos a cualquier parte y que no necesitaba a nadie más para ser feliz. Ahora sé que la realidad es muy distinta, que puedo ser feliz yo sola, pero que, aun así, elijo tener a personas que me suman a mi lado, como son ellas.

—¡Holaaaaa! —Lía se abalanza sobre mí y me rodea el cuello con los brazos— Te he echado taaaaanto de menos...

—Y yo a ti... —digo con sinceridad.

Levanto la cabeza y observo a Eider que me guiña el ojo y me da un azote en el trasero como saludo y un poco más atrás a Mara, que me mira de una forma extraña. Nunca sé cómo saludarla, porque ahora mismo solo quiero abrazarla y decirle que también la he echado de menos, aunque sea una gruñona, pero lo cierto es que temo por mi vida por si me araña la cara al acercarme o intenta escupirme. La adoro, pero a veces da un poco de miedo.

—Hola, tú.

Me limito a sonreírle, decido no acercarme cuando veo que ella no pretende hacerlo.

—¿No pasas? —pregunto cuando se mantiene en el marco de la puerta.

—Os digo desde ya que no soy buena con los regalos.

Espera, ¿está nerviosa? Un momentito que esto hay que guardarlo para la posteridad. ¡¿MARA ESTÁ NERVIOSA?! No me lo puedo creer... pensé que no viviría para contar este momento.

—Lo que importa es el detalle —sonríe Lía mientras se sienta en el suelo sobre la mullida alfombra del salón.

—Sinceramente, yo solo quería volver a veros —digo sin pensar y me sonrojo cuando las tres giran la cabeza hacia mí a la vez— Tengo mucho que contar.

Amor con fecha límite #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora