82. ¿PREPARADA PARA LA MEJOR NOCHE DE TU VIDA?

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Candace

No he conseguido comer nada. Felipe no me ha mirado en toda la noche, no ha intentado acercarse y mucho menos me ha dirigido la palabra, y no lo culpo, porque me he comportado de la peor forma posible, y aunque ya me estoy arrepintiendo, creo que esto es lo mejor.

Tiene la mirada perdida cuando nos traen una caja con un lazo donde se encuentran las doce uvas. Apenas hay una persona que nos separa, pero lo siento a kilómetros de mí, donde me he empeñado en ponerlo esta noche.

Nunca lo había visto tan guapo. El traje azul marino le queda perfecto. Lleva el pelo igual de revuelto que siempre, pero esta vez parece haber algo de orden dentro de su desorden. Como si hubiera intentado cuidar su imagen, como si se hubiera esforzado por qué esta noche fuera especial.

Me siento ridícula por esforzarme tanto en odiarlo, por seguir intentando mantener este estúpido enfado cuando lo que realmente quiero es que me mire y volver a ver esa mirada que solo tiene para mí, ese brillo que consigue ponerme de buen humor, esa sonrisa que me hace sentir en casa, sin importar el lugar o el cuándo.

Como si hubiera sentido mi mirada clavada en su nuca, me mira por unos segundos, los suficientes para ver la tristeza y la confusión en ellos.

—Estoy nerviosa —Eider aparece en mi campo de visión tapándome a la única persona que quiero mirar en este instante.

—¿Mmh?

—Bueno, se acaba el año —me hace un gesto como si no fuera lo más obvio— ¿Has pensado ya en tu deseo?

—¿Deseo? —la miro con extrañeza.

—Dicen que si terminas el año pensando en algo es como si lo estuvieras llamando para empezar el siguiente.

—Vaya tontería...

—Yo el año pasado pensé en aprender a montar a caballo y se cumplió.

—¿En serio?

—Le cabalgué toda la noche a treinta y siete —se encoge de hombros— No se equivocó demasiado.

—Ya, claro. Seguro que fue fruto de tu pensamiento —pongo los ojos en blanco.

—Yo pienso aprovechar mi deseo —dice abriendo la caja cuando vemos en la gran pantalla el inicio de los cuartos— No seas tonta y usa el tuyo. Pero ten cuidado, es tu último pensamiento...

Ignoro sus cejas moviéndose de arriba a abajo y me centro en mi caja y en intentar quitar el maldito lazo que no se deshace. Todos están ya preparados mientras yo sigo peleándome con el maldito lazo rojo que envuelve la caja. No puedo empezar tarde con las uvas, eso sí que da mala suerte y no la maldita ropa interior roja de encaje que me compré exclusivamente para él y que no voy a usar.

—Déjame ayudarte...

Sus dedos acarician los míos en el intervalo que coje mi caja, y dejándome como una idiota, la abre en menos de un segundo. Me muerdo el labio nerviosa cuando sus ojos color miel me atraviesan y me dejan sin respiración. Sus labios se curvan en una sonrisa casi invisible cuando mis mejillas se encienden y el corazón me late desbocado cuando busco volver a rozar su mano al recoger mi caja de nuevo.

Amor con fecha límite #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora