Candace
Me resguardo del frío en un callejón mientras lloro a moco tendido. Releo por duodécima vez el mensaje que tengo en la pantalla, y la rabia y el llanto cada vez es más profundo y doloroso.
Zoquete: Supongo que querrás cenar con tu hermano, pero... ¿crees que podrás escaparte de noche y dormir conmigo? Tengo el piso para mí solo y Ferrero te echa de menos.
Me siento sola y perdida. No quiero entrar en el edificio y que Izan me vea de este modo, y mucho menos cruzarme con Felipe, porque ahora mismo no pienso con claridad y sé que descargaría contra él toda la rabia acumulada que necesito expulsar ahora mismo.
La pantalla se ilumina de nuevo y comienza a vibrar en mi mano. No ha dejado de insistir. Por mucho que he pasado de él, no ha dejado de llamarme desde hace días. He colgado cada una de las veces, he intentado que Felipe no viera ninguna de las llamadas, le he ignorado todo lo que he podido, pero ya no tengo fuerzas para seguir haciéndolo. Lo necesito. Necesito una cara conocida, alguien que me abrace hasta que consiga dormirme. Aunque esa cara sea de la persona menos adecuada.
—Te necesito... —le pido entre lágrimas en cuanto cojo la llamada.
—Nena... —suena preocupado— ¿Qué ha pasado?
—¿Puedes venir a por mí? —susurro.
—¿Dónde estás? Voy ahora mismo.
Le paso la dirección y espero entre sollozos hasta que veo su coche disminuir la velocidad y a él salir del vehículo a toda velocidad. Está realmente preocupado, su cara se transforma cuando me ve en este estado, y no duda en sujetarme y ayudarme a sentarme en el asiento. Me acerco a él y le rodeo el cuello con los brazos. No tarda en rodearme la espalda y en consolarme tal y como ahora mismo necesito, como siempre ha hecho, como acostumbraba antes de todo esto. Se mantiene en silencio, sabe que prefiero el silencio en estos momentos, y por ese motivo le estoy gratamente agradecida.
—Vamos a casa, pequeña...
—Sácame de aquí —me separo y le dejo conducir hasta el que era mi hogar hace tan solo unos meses.
La sensación es extraña, pero mucho menos rara de lo que había imaginado. No siento nada. Volver al lugar donde me rompí no ha conseguido hacerme sentir nada. Estar con la persona que me rompió, me está reconfortando de una forma retorcida.
—Gracias... —sostengo el pañuelo que me ofrece y le doy un trago al vaso de agua que me ha servido hace unos minutos.
—¿Quieres que te traiga la manta de cachemir que tanto te gusta? —me mira con sus enormes ojos azules y una cálida sonrisa— Aún la conservo...
Suspiro como respuesta, y como si aún pudiera saber que pienso, se levanta a por ella y me envuelve en ella mientras me rodea con su cuerpo y apoyo la cabeza en su pecho.
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Amor con fecha límite #1
RomanceUN MALENTENDIDO, UNA REPUTACIÓN QUE MANTENER Y UN TRATO QUE ACEPTAR. Candace siempre lo ha tenido todo, hasta que un día decide cambiar su estudiada rutina y toda su vida se ve envuelta en un sinfín de cambios. Encuentra a su novio en la cama con ot...