42. ERES UNA MARIPOSA

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Candace

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Candace

1 de Diciembre.


—La he liado... —me tiembla la voz cuando Olivia me mira a la espera de que siga— Ha sido una gran cagada.

—¿Qué ha pasado? —noto como intenta contenerse, como hace ver que está tranquila cuando en realidad sus ojos brillan por conocer el cotilleo.

—He... he tocado a Felipe.

—Vale... lo has tocado —mueve la cabeza; que ya comienza a tener algo de pelo fino y dorado, asintiendo como si estuviera en mi mente y hubiera entendido algo de lo que le he dicho.

—Por debajo de la ropa —me muerdo el pulgar y siento como me sonrojo en cuanto lo digo en alto por primera vez.

—¿El que? —sus ojos comienzan a abrirse poco a poco, a la espera de que diga el bombazo que espera escuchar.

—Bueno... sus... —me muerdo el pulgar, las uñas y hasta la mano entera debido a los nervios— sus partes...

—¡¿Le has hecho una paja?! —grita con el rostro desencajado.

—Chss —la mando a callar mirando hacia todos lados comprobando que nadie más nos ha oído— No, joder.

—¿Cómo qué no? —su sonrisa cada vez es más grande, lo está disfrutando, le encantan mis desgracias y las vive como si se tratasen de una película o comedia romántica.

—Solo... solo le he tocado... un poco —siento un nudo en la garganta que no me deja tragar.

—Una mini paja —dice muy segura.

—Deja de decir esa palabra —me quejo, muy seria esta vez— Es muy soez.

—Perdona, doña repipi —saca la lengua divertida— Llámalo como quieras, pero es una paja en toda regla.

—¿Se puede saber dónde has aprendido eso?

—Tengo diecisiete años, no tres.

—¿Pero tú...?

—Sí, he hecho pajas. Tengo cáncer, no lepra.

—Pues yo no —digo muy segura— Y esto no ha sido una.

—Bueno, a mi como lo llames me da igual, yo quiero saber cómo ha sido y esas cosas —su sonrisa se ensancha de tal manera que me da miedo, dios mío, he creado un monstruo...

—Bueno, él... pues... estaba dormido.

—Espera, ¿qué? —se tapa la boca para no reír escandalosamente.

—He vuelto a olvidar la llave dentro —pongo los ojos en blanco— Así que he dormido con él.

—Ay dios, que esto se pone interesante.

Amor con fecha límite #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora