Parte 45

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— ¿Segura que estás bien? — preguntó Seok Jin como por séptima vez en todo el día.

Había visto a Hari despistada el día anterior y había llegado en la mañana con signos de haber llorado mucho en la noche, por lo que era comprensible que el mayor estuviese preocupado.

— Ya te dije que estoy bien, Seok Jin.

— ¿Entonces, por qué lloraste? — Hari lo miró con fastidio — No creíste que ignoraría eso. ¿Verdad?

— Seok Jin, estoy bien ahora. ¿Sí?

— ¿Ahora? ¿Eso quiere decir que no lo estabas antes?

— Fue por una tontería. Ya te dije.

— Pues, para mí, no es una tontería si te hizo llorar. Dime. — la miró angustiado — ¿Jimin te hizo algo?

— ¿Por qué creen que Jimin me haría algo? Incluso Taehyung sospecho de él ayer.

— Estamos hablando de Jimin. El hombre que se la pasa reprendiéndote por todo, todo el tiempo.

— Él ya no es así. Jimin ha decidido cambiar.

— ¿En serio? Porque aún veo que quiere seguir mandándote en todo lo que haces, como tu trabajo, por ejemplo. Ni siquiera puedes cubrir todas tus horas, Jimin viene a buscarte antes.

— Es porque no quiere dar otra vuelta para venir a buscarme más tarde.

— Pretextos. ¿Pero que más puedo hacer? He intentado de todo para poder hacerlo cambiar de opinión. Pero es muy terco.

— Seok Jin. — lo llamó la menor mientras lo tomaba de la mano — Estoy bien. Lo prometo.

El mayor la miró a los ojos y suspiró hondo para después sonreírle más tranquilo. Ahora que la miraba fijamente, podía creerle cuando le decía que estaba bien.

— De acuerdo. Pero si llegas a sentirte mal de nuevo... — la miró un poco suplicante — Por favor, no me olvides.

Hari le sonrió enternecida y asintió de acuerdo también.

— Lo prometo. — le dijo acercándose a él queriendo abrazarlo, pero evitando hacerlo por temor a que Seok Jin se sintiera incómodo.

— Ven aquí. — le dijo el pelinegro para después rodearla con sus brazos y apretarla contra su cuerpo. — Te amo, Hari. No lo olvides.

La menor sintió su cuerpo estremecerse ante aquella confesión y se abrazó más al mayor, sintiéndose extrañamente protegida.

Seok Jin había sido como un padre para ella todo ese tiempo. La había crecido como uno. A diferencia de Jimin, quien se la pasaba reclamándole todo el tiempo, Seok Jin la había crecido con amor y comprensión. Le había demostrado que la amaba muchas veces. Por eso, ahora que se lo decía de frente, le creía cada palabra.

Cuando era pequeña, sus padres solían demostrarle cuánto la amaban. Y aunque no lo recordaba muy bien, sabía que habían muerto tratando de protegerla, cosa que no funcionó del todo, ya que los otros híbridos se la habían llevado con ellos de todas maneras.

Extrañaba a sus padres. Ahora que lo pensaba, no se había acordado de ellos por mucho tiempo. Debía ser porque, extrañamente, Seok Jin lograba llenar ese vacío de su corazón.

— Yo también te amo, Papá. — Seok Jin se estremeció por completo y abrió los ojos con sorpresa, sin despegarse de la pelinegra. Hari, al darse cuenta de lo que había dicho, se separó rápidamente del mayor y lo miró nerviosa para después hacerle una reverencia disculpándose. — ¡Lo siento!... Yo... No quise... — el mayor colocó una de sus manos en el hombro de la contraria y la miró con una cálida sonrisa.

Little Cat (Jimin y tú) +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora