Desde el comienzo de la esclavitud del príncipe, no hubo nadie que odiara tanto verlo en la cabaña como lo hacía Dominik... Pero ese día todo lo que deseaba era encontrarlo ahí.
Salió corriendo del portal y abrió la puerta de golpe, buscando con desesperación rastros de Bitru o del humano desagradable.
-¡SEÑOR! ¡JEFE!-
Domi no podía sentir la presencia demoniaca de Joel en la cabaña, pero necesitaba buscar pistas para entender qué sucedía.
Todo estaba en perfecto orden: los recipientes de la cocina estaban limpios y la cama echa; no había señales de lucha y mucho menos de energía mágica en el lugar. Lo que sea que le ocurrió a su señor, fue en el exterior.
El vizconde se resignó a irse de ahí sin pista alguna, pero ello no significaba que iba a volver al infierno como si nada. Tenía que ayudar a Bitru. Estaba en problemas, lo sabía.
Su preocupación iba en aumento conforme recorría los alrededores de la cabaña. Era como si hubiera regresado a los tiempos en que intentaba localizar al príncipe cuando desapareció de un día a otro... La diferencia era que, en ese entonces, su esencia era relativamente fácil de detectar una vez que te aproximabas a la zona; rastros de magia o energía infernal dejaban vestigios del paso de Bitru por el mundo humano.
Ahora no tenía nada de eso.
No sentía su presencia, era como si hubiera desaparecido del mundo humano también.
-Por amor a Lucifer... Señor, no me haga esto- Domi recorrió al menos una hectárea del bosque sin resultados.
"Tal vez esté en el pueblo..."
Nunca antes estuvo en ese lugar, pero recordaba un par de conversaciones con el príncipe que indicaban que él frecuentaba el territorio. La posibilidad de que estuviera ahí existía y eso era sinónimo inmediato de que iría a buscarlo en cada rincón del pueblo si era preciso.
Transformado en un humano corriente, Domi se encaminó al pueblo y comenzó a recorrer las calles, atento en localizar la energía de Bitru. Estaba tan concentrado en eso que tardó casi media hora en darse cuenta de que algo no estaba bien con los mortales.
Estaban actuando raro.
Pese a ser muy temprano, las campanas de la iglesia no dejaban de sonar en un repique constante cada pocos minutos; la gente ya estaba fuera de sus casas e iba murmurando oraciones cada tanto, interesados en acudir a un mismo sitio: la plaza central. En todas las calles que recorría, Dominik se encontraba a personas caminando hacia la iglesia, como si aquellas campanas tan fastidiosas tuvieran alguna especie de hechizo hipnótico. En cualquier caso, él no pensaba ir en esa dirección o le daría dolor de cabeza.
No tenía tiempo para preocuparse por los rituales raros de los humanos. Tenía que encontrar a su Señor.
-¡Ah! Mira el cielo- una mujer señaló el horizonte con un dedo para llamar la atención del sujeto que iba con ella -El sol saldrá pronto, cariño, hay que apresurarnos-
-Cielo santo, tienes razón. Corre, o no llegaremos a tiempo-
Ellos no fueron los únicos, en poco tiempo el resto de personas que se fue encontrando Dominik repetían las acciones de la pareja: miraban el cielo y corrían más rapido que antes en dirección a la plaza frente a la iglesia.
-Madre, por favor, yo quiero ir a ver como matan al hombre malo-
La conversación de un niño, parado en la puerta de su casa, hizo que el Vizconde frenara un momento sus pasos ¿Matarían a un hombre malo?
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Tu alma es mía
FantasyElliot es un joven brujo que intenta seguir los pasos de su madre y ganarse la vida vendiendo pociones, sin embargo tiene un problema: la magia no se le da muy bien. Frustrado de no mejorar pese a años de práctica, decide evocar a un demonio para...