Capítulo 19: Intereses

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-No puedo creer que insistieras en venir-

El brujo caminaba a paso tranquilo a través del bosque. Pese a lo malo que había sido el día anterior respecto a la venta de pociones, el gesto del incubo al preparar la cena colaboró para que se sintiera mejor.

-No me gusta quedarme en la cabaña, me aburro- Joel respondió restando importancia, con ambas manos en sus bolsillos y la maleta siendo sujetada por su cola.

-A mí me conviene que te aburras, así preparas cosas ricas como las de anoche- lo miró por sobre el hombro.

-Ni te emociones, ya te dije que solo fue porque tenía curiosidad de saber cómo me saldrían esos platillos-

Elliot sonrió. Fuera cuál fuera la excusa del incubo, no podía haber tantas coincidencias respecto a que acertara a todas sus comidas favoritas y justo en un día en que estaba deprimido.

-¿Los incubos como tú pueden leer la mente?-

El mayor lo miró, sorprendido por la pregunta. Negó con la cabeza un par de veces y siguió andando.

-No. Muchos humanos piensan que sí pero en realidad lo que leemos son recuerdos: podemos ver el pasado de las personas si queremos. Algunos de alto rango incluso podemos ver algunos destellos de su futuro- sacó el pecho, orgulloso.

Elliot le observó por encima del hombro con una mirada de falsa acusación.

-Que acosador suena eso... ¿No has estado hurgando en mi pasado o si?-

-¡¿AHHHHH?! ¿a mi para que chingados me sirve conocer tu pasado? Ni que fueras tan interesante, no mames- espetó -Además, deberías saberlo si leiste el manual de demonología completo: si tienes un demonio por familiar, eres inmune a muchas de sus maldiciones o habilidades mágicas. No podría entrar a tu cabeza a menos que me dieras permiso- sonrió -Así como podrías darme permiso de entrar en otro lado-

La cara del brujo se puso roja en pocos segundos, se volteó y le dió un golpe a puño cerrado al mayor en el hombro, aunque obviamente no le hizo daño alguno.

-¡No estés diciendo pendejadas!- se acomodó el sombrero -Es mas, ya ponte en modo serio: esconde tu cola y tus cuernos porque por esta parte del bosque ya suele haber mas personas-

El demonio soltó un gruñido por lo bajo, tomó la maleta de pociones con la mano y ocultó sus rasgos infernales en un par de segundos.

-Ándale, si. Te ves más guapo así- bromeó el más joven.

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Luego de acomodarse en su lugar de siempre, Elliot se enfrentó a la cruda realidad: las pociones se vendían a buen ritmo cuando el que atendía el negocio era Joel. A la gente del pueblo no parecía importarle que fueran las mismas pociones que él vendía desde hace años; mientras fuera el de ojos verdes quien ofrecía el producto, todos parecían más que felices de comprarlo.

Al igual que en las otras ocasiones en las que el demonio lo acompañó, las pociones se agotaron casi del todo antes de que fuera medio día.

-Esto es trampa...- el menor habló por lo bajo.

-¿Perdón?-

-No, nada, que ya falta poco-

El brujo dejó sus reflexiones de lado cuando cierta cabellera larga y oscura entró en su rango de visión.

Tu alma es míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora