Capítulo 59: Atrapados

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-¡Deberías haberlo visto! En el libro venía que en cuanto agregara la rama de muérdago la poción tomaría color naranja brillante ¡Y así pasó! En cuanto las mezclé un poco adquirió el color y el aroma que se supone que debía tener, entonces fue un completo éxito ¿No crees?- un pequeño silencio se produjo al notarse solo -¿Joel?-

El brujo, que iba caminando por el bosque en compañía del demonio, de pronto lo perdió de vista, encontrándose a sí mismo en medio de la naturaleza cubierta de algunos montoncitos de nieve.

Miró en todas direcciones, confundido; las huellas de Joel lo estaban siguiendo hasta solo un momento antes, pero ahora simplemente paraban a sus espaldas sin dejar rastro del demonio por ninguna parte.

-¿Joel?- lo llamó de nuevo conforme bajaba la maleta de pociones al suelo -¿Me escuchas?-

Avanzó un par de pasos en circulos, observando cada árbol a su alrededor en busca del incubo, hasta que unas manos lo tomaron por la cadera desde atrás.

-Te escucho fuerte y claro- la voz del mayor susurró aquello contra su oreja mientras una sonrisa pícara aparecía en su rostro.

-¡¿A qué diablos estás jugando?!- la sorpresa de Elliot se transformó rápidamente en enfado -¿Por qué te desapareciste de pronto? Mm...-

Un jadeo corto se le salió al sentir la virilidad de Joel frotándose a sus espaldas mientras una mano del mismo se metía bajo su pantalón.

-No desaparecí, te estaba acechando- explicó el familiar al tiempo que repartía besos por su cuello y orejas -Es que quiero desayunar...-

La cara del brujo enrojeció al instante.

-Y..ya desayunaste hoy... No seas tragón-

-Pero yo quiero desayunar más- sus dedos ya estaban atendiendo el miembro del menor.

-Estamos en el bosque-

-¿Y eso qué? Aquí no hay nadie... Y si tu me lo pidieras puedo hacer una ilusión para que nadie nos vea o nos oiga. O bueno, que no te oigan a ti-

Al decir aquello dió un suave apretón a la hombría del brujo, que de inmediato dejó escapar otro jadeo para justo después zafarse del abrazo.

-¡Te dije que no!- le dedicó una mirada recriminatoria mientras se acomodaba el pantalón.

-¿No quieres?-

-No es que no quiera- los ojos de Elliot bajaron hasta la cadera del mayor, donde un visible bulto se presionaba bajo la tela -E..es que tenemos mucho trabajo. No hay tiempo ahora para un doble desayuno. El invierno está a dos pasos de llegar y tenemos que prepararnos, eso incluye tratar de vender más. Pero...-

El chico se aproximó hasta el mayor,  lo tomó de la nuca con suavidad para hacer que su rostro bajara un poco y luego le robó un beso.

-Si vendemos mas de quince pociones hoy, te prometo una buena cena en cuanto volvamos a casa- sonrió -¿Te parece?-

La expresión que puso el demonio ante esa propuesta fue la mezcla exacta de la expectativa, la ilusión y algo de impaciencia. Aunque terminó por encogerse de hombros y adelantarse para tomar la maleta que Elliot abandonó en el suelo antes.

-De acuerdo. Tú mandas-

-Valdrá la pena, lo prometo- el brujo le dedicó una sonrisa traviesa que hizo que al incubo casi se le saliera el negro corazón del pecho -Ah. Y una cosa más... Vuelves a acecharme así y te haré dormir en el sofá de nuevo-

Tu alma es míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora