Epílogo

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Los lamentos del pueblo ante los tragicos acontecimientos de ese día pronto quedaron atrás, pero el terror de lo vivido persiguió a Elliot en cada kilómetro que se alejaba.

La brisa fría lo golpeaba a medias en el rostro pero no se quejaba de ello ya que esa frescura apoyó a disminuir el dolor de sus quemaduras, aunque un rato después comenzó a causarle escalofríos y temblores.

-Tranquilo... Ya casi llegamos- Joel susurró aquello contra su oreja.

-...¿Sí? ¿A dónde?-

Pese a que no obtuvo respuesta,  al brujo se le cerró la garganta ante la perspectiva que comenzaba a revelarse para él: no tenía un hogar, una casa o a dónde ir. A esas alturas seguramente su vieja cabaña en el bosque no era más que un montón de cenizas. Con ese pensamiento en mente, una nueva preocupación se instaló en su pecho.

-Oh no...¡Joel, tenemos que volver!-

-¿Qué? ¿Estás loco? No podemos regresar allá, todo el mundo sabe lo que soy; ahí sigue en pie tu condena y con todo lo que pasó despues no creo que...-

-¡EL LIBRO! DEJÉ EL LIBRO ESCONDIDO EN CASA-

No hacía falta ser específico respecto a qué libro se refería, aunque a Elliot le sorprendió notar que la cara de Joel no mostraba signo alguno de estrés por lo que acababa de comentar.

-Eso lo tengo resuelto, tranquilo-

El demonio comenzó a descender y sobrevoló las copas blanquecinas de los árboles, como si buscara algo, hasta que unos minutos después tomó un rumbo fijo, avanzando por varios kilómetros hasta aterrizar en un claro.

-¡MI SEÑOR!- Dominik los esperaba ahí, en medio de un rastro sobre la nieve que revelaba que estuvo dando vueltas por un largo rato -Que bueno que se encuentra bien, estaba muy preocupado de que no me encontrara. Tuve que alejarme más de la distancia acordada porque...-

La frase se quedó a medias cuando el príncipe dedicó a su hermano una mirada seria y le hizo un ademán de que guardara silencio.

Domi lo entendió al instante y se quedó callado mientras observaba como el mayor bajaba a Elliot con cuidado al pie de un árbol, caminaba hasta el baúl y sacaba de ahí un cambio de ropa y una manta para él.

-Dominik... Por favor enciende algo de fueg...-

-¡NO!- La voz del brujo se quebró conforme se erguía en la medida de lo posible y sacudía la cabeza -¡Fuego no, por favor!-

El corazón de Joel se encogió en un puño, hincándose a su lado para sujetarle las manos en un intento de calmarlo.

-Elliot, lo necesitas. Estamos en invierno, estuviste enfermo hace poco y podrías recaer si no entras en calor-

-P... pero no quiero... Por favor... Ponme más ropa si quieres o... O puedes hechizarme para que no sienta frío, te doy permiso de eso- la angustia se manifestaba en cada sílaba -Lo que quieras, pero por favor, fuego no-

Pese a que la naturaleza de los demonios les impedía ser empáticos... La miseria de las condiciones en que se encontraba el brujo fue suficiente no solo para afectar a Joel, sino al propio Dominik, quien se removió incómodo en su sitio y se alejó para darles espacio.

El mayor se inclinó hasta Elliot y lo abrazó con cuidado, acariciándole una mejilla con suavidad.

-Yo no puedo hechizarte ni aunque me lo permitas... Mi magia rebota en ti... Debemos encender una fogata para evitar que te dé hipotermia- besó su mejilla y su frente -Por favor, intenta. Yo me aseguraré de que el fuego no te dañe en lo absoluto... Lo prometo-

Tu alma es míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora