Capítulo 44: La reina (I)

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-¿Se envió al ministro de Bugiarne con el acuerdo firmado?-

-Sí, Alteza-

-¿Ya se arregló el asunto de los puercos que se fugaron al quinto círculo?-

-Sí, mi señor, ya los recuperamos y están siendo el doble de torturados para usarse como banquete-

Bitru estaba sentado en su oficina, repasando un documento tras otro para asegurarse de aprovechar cada minuto que pasara en el infierno.

Lagneia había estado sin gobernante durante meses así que los asuntos pendientes se acumulaban por montones en su escritorio, aunque el avance que llevaba en un solo día dejaba clara su competencia como príncipe.

-Mi señor, es usted una eminencia. Está sacando a nuestro gran país del fango con total gracia- Domi lo reverenció con sus usuales gestos dramáticos -¡Esto solo me deja más en claro que usted es el mejor candidato que puede tener la corona de Lagneia! ¡Bravo!-

El mayor suspiro, firmando un par de cartas.

-Estas exagerando, no llevamos ni la cuarta parte de pendientes arreglada...- su expresión era sombría.

-Pero nuestro avance gracias a usted es magnífico y...- Domi notó la cara de molestia en el príncipe -Ammm.... ¿Alteza? ¿Hay algo que le incomode?-

-NO LO SÉ, TÚ DÍMELO DOMINIK-

Bitru se levantó las mangas de la camisa y mostró las manos al Vizconde: sus marcas de familiar ya no eran negras, sino color rojo sangre, y toda la carne alrededor de sus muñecas estaba herida y quemada. Dolía a un punto casi insoportable.

-Madre mía...- Domi retrocedió -...Señor, debemos romper ese contrato ya o morirá si sigue aquí...-

-Dime algo que no sepa- el humor del incubo se estaba afectando por el contrato -Como por ejemplo ¡¿Por qué chingados mi pinche oficina apesta al puto Berith?!-

El menor se puso pálido.

-Oh es....es que el señor Berith estuvo aquí un par de veces y... Bueno... Estaba apoyando a resolver algunos asuntos diplomáticos y... Y...-

-Y te lo comiste- el príncipe interrumpió.

-Y me lo com... ¡N..no señor!! ¡No pasó algo así en su oficina!-

Mentía. De hecho tuvo que limpiar a fondo durante dos días para bajar el aroma del pelirrojo impregnado en las cosas.

-Como me encuentre una sola mancha de su asqueroso semen por aquí, te decapito-

-S.. sí, señor... Yo... Humm... Iré a supervisar el salón para la recepción de la reina...-

Dominik salió de la oficina y suspiró. No estaba molesto con Bitru porque sabía bien que no lo amenazaba en serio: su hermano era capaz de asesinar a cualquier otro cortesano o sirviente del castillo, pero a él no lo dañaría.

-Solo se siente mal...-

Había leído sobre eso en algunos libros de tratados entre mortales y demonios: un demonio apartado de su amo solía ser más volátil y agresivo... Aunque también mucho más débil. Probablemente él mismo tendría más fuerza que el principe en ese momento (física y mágicamente hablando).

En el primer piso del castillo todo estaba preparado con gran lujo y elegancia, especialmente el vestíbulo, que lucía adornos en oro y piedras preciosas.

-Vizconde, ya estamos listos- un sirviente se acercó, orgulloso por su trabajo.

-¿Y los lirios?-

Tu alma es míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora