Capítulo 51: Acuerdos

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Joel no se demoró mucho en localizar al cazador entre la gente que, poco a poco, se dispersaba hacia sus viviendas para resguardarse de la lluvia que amenazaba con iniciar en cualquier momento. El cielo que solo hace minutos estaba gris, ahora se veía casi negro del todo, como si estuviera a punto de hacerse de noche.

Doris caminaba a buen ritmo, tarareando una pequeña canción que parecía alegre, aunque su expresión denotaba todo lo contrario; no sospechaba que era asediado de cerca por el felino oscuro, que en algún momento saltó hacia el tejado de las casas y se movía de ese modo a una distancia prudente para no ser detectado.

-Buenas tardes, señor Doris-

La voz amable del panadero al acercarse hizo que el gato casi se cayera del techo por un mal paso. Era obvio que no esperaba verlo, de hecho, empezaba a olvidarse de su existencia por la misión de perseguir al viejo.

-Buenas tardes, joven Ezra- el cazador respondió al saludo y detuvo su andar, ignorando del todo el sonido de un trueno proveniente del cielo -Si no me equivoco su panadería queda hacia el otro lado- apuntó con el dedo -¿Va a salir justo ahora que el clima se pone rebelde?-

-Una de mis clientas me avisó recién que Elliot estaba en la plaza vendiendo pociones, llevo mucho sin verlo, así que voy a saludar para saber qué tal se encuentra-

Joel levantó las orejas, de lo más atento tras esa última frase. La idea del panadero reuniéndose con el menor en un efusivo reencuentro hacía que se le revolviera el estómago. Estuvo más que tentado a lanzarle una maldición en ese momento pero no podía por dos razones:

1. Tenia prohibido lastimar humanos.
2. Le prometió a Elliot no volver a interferir con Ezra... Y era un incubo de palabra.

-Es cierto que usted estuvo muy preocupado luego de que no viniera al pueblo... Me imagino tienen muchas cosas que contarse uno al otro-

-Así es. De hecho, veré si lo alcanzo antes de que la lluvia comience para invitarlo a cenar. Es mejor que pase la tarde aquí en el pueblo a que se meta al bosque cuando ya esté lloviendo- sonrió. Un segundo trueno retumbó en el cielo -Oh, vaya, será mejor que me de prisa. Fue un gusto saludarlo, Señor Doris, nos vemos después-

Ezra apresuró sus pasos y desapareció tras una esquina mientras que el cazador seguía su camino por la ruta de antes, dejando al felino sobre el techo, debatiéndose a quién seguir ahora.

Todo de sí le pedía a gritos que siguiera al panadero, necesitaba enterarse de cómo sería su interacción con el brujo ahora que su hechizo había desaparecido. Quería saber cómo respondería Elliot a su actitud...

Pero no podía.

Tenia que seguir a Doris. Era lo más importante: ir detras de Ezra solo le ayudaría a calmar o acrecentar sus celos según lo que viera... Pero ir tras Doris podría ayudarle a salvar la vida de Elliot de ser necesario. La decisión estaba tomada.

Dió media vuelta y continuó saltando por las casas y los árboles para seguir los pasos del cazador. Sin importarle que los truenos se escucharan cada vez con más frecuencia y que los relámpagos empezaran a hacerse presentes entre las nubes.

Doris se pasó la calle que conducía a la posada de al lado de la panadería; de hecho también se pasó la plaza principal, la iglesia (un horrible lugar, según el incubo) e incluso la taberna. Siguió andando por entre calles hasta que llegó a un castillo hecho con piedra clara, de grandes torretas y muros.

"Este lugar es..."

-Identifíquese-

Un guardia ordenó aquello desde la parte superior del muro cuando Doris se acercó a paso tranquilo.

Tu alma es míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora