Capítulo 12 - Por Stefan Brown.

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—Estamos hablando y ni atención nos has puesto, ¿estás bien, te preocupa algo? —me pregunta.

—Esa cara que tenía no era precisamente de preocupación —dice el huevón de Javier—. ¡Parecía Camila cuando ve sus series asiáticas que tanto le gustan! —comenta con sarcasmo.

—¿Tú crees? —pregunta Diego divertido.

Bueno, vamos —los corto a los dos para que dejen de joderme—. Tengo qué revisar unos documentos —digo poniéndome de pie.

—¡Relájate hombre! —Me reprocha Javier—. ¿Por casualidad no estarán esos documentos en el piso de Jairo?

—¡Muy gracioso! —le respondo empezando a caminar.

—Cómo así, ¿de qué papeles hablan? —Pregunta Diego—. ¿Y por qué están en el piso de Jairo?

—Es que... —pronuncia Javier, callándose cuando ve mi cara de ¡cállate!

—Nada, no le hagas caso —le contesto con tono que no admite más preguntas.

—¡Huy, qué genio! —Comenta Diego alzando las manos en señal de rendición y el cabrón de Javier se ríe a carcajada abierta.

—Luego te cuento —le dice Javier a Diego.

—Pónganse a trabajar en lugar de andar como viejas chismosas —les pido cuando llego a mi piso y salgo del ascensor, ambos ríen pronunciando.

—Si jefe.

—¡Cabrones! —digo riendo también.

Javier tiene cada ocurrencia, ya le he dicho varias veces, que si algún día se llegase a cansar de trabajar en lo que hace, bien podría dedicarse a la comedia es un payaso nato ¡el idiota!

Como a las dos y media no aguanto más la duda, y le marco a Jairo para preguntar si llegó Bianca y me dice que sí, que está con Gisela recibiendo instrucciones e instalándose.

Quince minutos después viene Gabriel con quien hemos quedado. Vamos a reunirnos él, Diego, Javier y yo, para revisar unos documentos legales, cinco minutos después se nos incorpora Javier que nos trae unos cafés.

—Hermano del alma te traje un café —dice entregándome un vaso.

—¿Seguro que no trae veneno? —le pregunto desconfiando de tanta amabilidad, solo hace eso cuando quiere sacar algún beneficio.

—¡Serás cabrón! —responde riendo—. Y hacer llorar a mamá, ¡no gracias!, mejor te sigo aguantando.

—Para ti también hay —dice entregándole otro a Gabriel—. ¿Y Diego a qué hora piensa venir? —dice quejándose—. ¡Se le va a enfriar el café! —Empezamos a hablar de todo un poco y avanzamos con la revisión de los documentos—. ¡Mierda dejé mi teléfono! —pronuncia de pronto.

—Dile a Cristian que te lo traiga —le sugiere Gabriel.

—O mejor ve por él —le digo señalándole la salida.

—No, prefiero evitar la fatiga —dice jocoso sobando una barriga inexistente, y levantando el teléfono de mi escritorio.

—Puedes traerme mi celular, lo dejé en el escritorio, estoy en el despacho de Stefan, gracias —dice colgando, en cuestión de cinco minutos llega Cristian y le entrega el celular a Javier y se retira, en cuanto él sale entra Diego.

—¿Ya se dieron cuenta? —nos pregunta emocionado.

—¿De qué? —pregunta Javier, como si no sabe nada.

—Que tenemos nueva pasante.

—¿Y? —Pregunta Gabriel.

—¡Que tiene un trasero en forma de corazón y unas piernas de infarto!

Señor Brown no firmaré ese contrato.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora