Capítulo 84 por Bianca Winston.

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—Bueno, ¡como sea! —Comenta Julio—. Voy a ser la envidia de todos, llegando con tres bellezas —dice pasándose la mano por el cabello—. Por cierto, ¿celebramos algo más?, aparte de que vas a jugar la final mañana —me pregunta a mí.

—Celebramos el regreso a clases —le respondo, pasándome la almohadilla de los polvos por el rostro.

—¡Excelente razón! —me responde—. Y este semestre tenemos que disfrutarlo al máximo, porque es el último.

—Pienso igual que tú —le responde Lorena—. ¡Es más!, de aquí a que finalice el semestre, pienso regalarme un cariño nuevo.

—Uno nuevo, ¿acaso tienes uno y no nos lo has contado? —le pregunta Julio.

—No, ¡por supuesto que no!, es solo un decir, recitaba la canción —nos comenta ella.

—Yo creo que estoy a punto de hacer lo mismo —la secunda Sofía—. Me estoy cansando de luchar contra corriente, y que Javier no se ponga claro conmigo.

—Aprendan a mí —nos dice Julio—. Para mí todo el año es navidad, ¡y cada mes, me regalo un cariño nuevo!

—Tú eres un puto —le respondo riendo.

—Gigoló, hermosa, ¡gigoló!, solo que sin sueldo —comenta riendo.

Después de un rato hablando carburo, nos vamos para el club en la camioneta del padrastro de Julio, de vez en cuando, don Antonio se la presta por ser más grande y segura, aunque eso significa que Julio no debe de tomar mucho, porque si se la golpea, capaz y lo lincha.

Pero Julio es similar a Lorena, son más bulla que nada, aunque él es muy jovial y le encanta que vayamos a la disco, por lo general no toma mucho, ¡es más!, nunca lo he visto totalmente ebrio.

Y cuando salimos así como hoy, él es el conductor a cargo, y ya en la disco, tenemos el acuerdo de que si vamos a bailar, nos mantengamos juntos o al menos cerca, a pesar de sus locuras, las tres confiamos mucho en él; y él dice que nos cuida, porque tiene a una hermana a la que espera que sus amistades cuiden también.

Nuestras familias le tienen mucho aprecio, al menos la mía y la de Sofía.

Hasta me ha parecido en ocasiones, que Pilar se hace ilusiones con que un día seamos novios, yo siempre que hace un comentario al respecto, la saco de su error, Julio es mi amigo, como mi hermano.

Llegamos al club casi a las diez de la noche, porque Julio se atrasó un poco en el almacén, así que mis compañeras y compañeros de trabajo ya están aquí, y nos saludan emocionados cuando llegamos a la mesa que compartiremos.

«Menos mal que me arregle bien», pienso, porque las chicas han sacado su mejor arsenal para lucir.

Julio se sienta a la par de Mariana y yo a la par de él, nos ponemos de acuerdo en que vamos a pedir y no tardan en llegar las bebidas, al paso de media hora, Mariana insistentemente me toca el brazo y me dice.

—Bianca, ¡mira quién viene ahí!

Como resorte vuelvo a ver, y me encuentro con los lindos ojos azules de mi querido Señor Brown, que sin disimular recorre el escote de mi vestido, y eso me pone nerviosa, porque no sé si le gusta lo que ve, o si va a enojarse.

Como era de esperar, con él vienen, Diego, Javier, y el Licenciado Gabriel.

—¡Wow! —Dice Clary—. Qué sorpresa que hayan venido justo aquí, ¡y los cuatro!

—Jóvenes —nos saluda Gabriel, como me ha pedido que lo llame, ¡pero a mí me da pena! —. Qué grata sorpresa encontrarlos aquí, ¿que no tienen partido mañana? —nos pregunta sonriendo.

Señor Brown no firmaré ese contrato.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora