—¿Será don ególatra? —pregunta Sofía.
—¿Quieres que abra? —me pregunta Julio.
—No. ¡Voy yo! —le respondo esperanzada, de que sí sea mi terrón de azúcar.
Abro la puerta y me encuentro con Wilson que trae una bolsa de la farmacia, ¡creo!
—Bianca, me envió el señor Brown, pidió que te trajera estas pastillas, gasas, esparadrapos y unos ungüentos, ¿puedo preguntar que te pasó?
—Un accidente que tuve mientras jugaba, choqué con alguien.
—¡Espero que haya quedado peor! —comenta riendo.
—¡Qué va!, ella está hecha de material antiguo, solo le quedó un leve moretón.
Sofía viene hasta aquí y saluda a Wilson.
—Hola Wilson, no te vi en el club, ¿y ese milagro que no andabas con el señor amabilidad?
—No pude acompañar al señor Brown, porque tenía un permiso para resolver un asunto personal —le responde él—. Bueno, no les quito más el tiempo, debo de retirarme, aplícate los ungüentos para que no te quede cicatriz —me pide.
—Gracias Wilson —le digo, despidiéndolo con la mano.
Y contenta, porque el que Stefan me haya mandado medicinas y lo que voy a utilizar para curarme, significa que no está del todo enojado.
—Hay que reconocer, que con esto se ganó unos puntos ¡el Señor Brown! —comenta Sofía.
—No tienes idea de cómo es conmigo —le respondo—. Tú no lo quieres solo por lo del crucero, ¡pero ya deberías de superarlo!
—Tal vez lo haga, ¡dependiendo de cómo se porte contigo!, tal vez lo haga —repite—. Ahora, ¿en qué estábamos? —pregunta.
—Julio nos iba a contar su más grande secreto —comenta Lorena riendo.
—¡Mi más grande secreto! —comenta Julio pensativo—. ¿No van a matarme? —nos pregunta.
—No, ¡habla ya!, nos tienes en suspenso —le dice Lorena, quien por lo general es muy discreta.
—¡Soy lesbiano!, ¡amo a las mujeres! —Comenta abriendo los brazos—. ¡A todas!
—No, ¡tú eres un puto! —lo contradice Sofía.
—¡No!, ¡soy un imbécil consumado! —Comenta serio, pero no hay humor en sus ojos—. ¡Volví con Kimberly!
—¡Queé...! —le decimos las tres en coro.
—No Julio, ¡dinos que es una broma! —pide Sofía.
—No puedes volver con ella, ¡te hizo mucho daño! —le recuerdo yo.
—¿Cómo hizo para volver a envolverte? —le pregunta Lorena.
—No voy a darles detalles, solo diré que soy un hombre débil
—Julio, ¿cómo volviste a caer en sus redes? —lo cuestiono.
No es justo, ¡esa piruja le hizo mucho daño!
—Yo te comprendo, —comenta melancólica Sofía—. Yo estoy en una situación similar.
—¿Tú? —Le pregunta él —Na... el que tu platón no te pele, es mejor a que te dejen y quieran volver contigo, ¡y lo peor es cuando uno los recibe con los brazos abiertos!, y para colmo se siente feliz, ¡o crees sentirte! —Dice tomándose de una vez la cerveza—. ¿Tienes más? —me pregunta.
—Sí, en la refri hay —le respondo.
—Tráeme otra a mí —le pide Sofía
—Y a mí, —dice Lorena.
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Señor Brown no firmaré ese contrato.
RomanceBianca, anhelaba con todas sus ansias ser aceptada en el programa de pasantías de BS Corporation, y sintió pánico, cuando estando en el sofisticado edificio, ya lista para su entrevista, un descuido la hizo caer con su trasero sembrado en el piso, a...