Después de caminar un poco para tratar de aclarar mi mente, me subí en el autobús y logré serenarme en el trayecto hacia mi apartamento, creo que mucho me ayudaron las palabras de consuelo que me dijo la señora que iba sentada a la par mía, sus palabras fueron.
—Lo que sea que te esté ocurriendo, te aseguro que lo vas a superar, ¿vas a tu casa? —me preguntó.
—Sí, —le respondí limpiándome una lágrima.
—Muy bien —dijo palmeando mi brazo—. Procura descansar que mañana será otro día y tendrás la mente más despejada, ánimos, que el sol no tardará en volver a salir —aseguro con una cálida sonrisa, luego se puso de pie y me comentó —me bajo en la próxima parada, ¡que estés bien!
—Gracias —le respondí limpiando mi última lágrima en ese instante.
Después de darle razón en mi mente, pensé en que mañana que sea lo que tenga que ser, si el idiota de Stefan es tan estúpido para dar por hecho semejante estupidez, ¡que se joda!, no me encontró en un burdel como para que piense tan bajo de mí. Y aunque me duela, eso significará el fin de algo que posiblemente no tuvo que empezar, no quiero tener nada que ver con alguien así.
¡Qué me cele hasta con mi hermano no es nada normal!, entiendo hasta cierto punto su actitud con Julio porque no lo conoce, ni sabe sobre la confianza ni el cariño que nos tenemos, pero que desconfié de mi hermano, ¡es pasarse!
Llegué al apartamento y como siempre hago, encendí la luz de la sala, luego fui a la cocina y tomé un poco de agua porque traía un nudo atravesado en la garganta, dejé la luz de la cocina encendida y apagué la de la sala, luego me fui a mi habitación a cambiarme de ropa.
Al paso de unos minutos escucho el timbre sonar, llego hasta la puerta caminando de puntillas porque no quiero hacer ruido, ¡no quiero ver a nadie!, ni mucho menos tener que estar dando explicaciones, chequeo por la mirilla de la puerta y me encuentro con la sorpresa que es Stefan, «¿no le bastó todo lo que me dijo en la oficina?», me pregunto, lo ignoro y me voy a mi habitación.
Hago mi rutina diaria de limpieza facial y mientras me veo al espejo me digo que no debo de seguir llorando, por guapo y encantador que ese idiota sea, ¡no me interesa si es así de intenso!, y peor aún si vino hasta aquí para continuar haciendo un drama por la visita de Brandon, ¡mejor que se pierda de mi vida!, aunque eso signifique renunciar a él.
Por alguna razón esa idea hace que se genere un vacío en mi corazón, y me dan ganas de seguir llorando, pero no por lo que pasó en la oficina, sino por la idea de perderlo, «Te estás enamorando», me dice una vocecita en mi mente. ¡Es posible, lo acepto!, pero no pienso ser un mártir del amor, suficiente tenía ya con tener que lidiar con el estúpido contrato que insistía en que firmara, como para que también tenga que aguantar sus ataques de toxicidad.
Me acuesto en la cama y me coloco a mi peluche luna sobre la cara, la mente me da vueltas de aquí para allá, pero termino por dormirme.
A lo lejos escucho el timbre sonar y terminando cayendo en cuenta que es aquí, me levanto adormitada, veo el reloj despertador y ya ha pasado un poco más de media hora, voy a la sala y verifico por la mirilla si aún se trata de Stefan, en efecto, es él «¿no se ha ido?, ¿lleva tanto tiempo ahí de pie?, ¡wow!, sí que es insistente», me digo a mí misma.
Deja de tocar y se escuchan sus pasos al retirarse, parece ser que se dio por vencido, ¡menos mal!, porque ante tanta insistencia a punto estuve de abrirle, busco mi teléfono en la cartera y lo reviso, tengo dos mensajes de él, el primero dice:
Bianca por favor contéstame, necesitamos hablar, necesito pedirte perdón, Javier me contó que con quien te vi y por quien perdí la cabeza, es tu hermano.
¡No sabía que Brandon era mi hermano!, ¿no se lo dijo Javier?, ¿pero por qué no me lo preguntó al menos?, ¿por qué asumió que era algún ligue?, ¡si él vive diciéndole a uno, que debe de preguntar antes de asumir algo!
«¡Bueno!, al menos no sabía que con quien te estaba celando era tu hermano», me dice una vocecita tranquilizándome en mi mente, pero otra vocecita me dice «¡igual!, tuvo que haberte preguntado, ¡que aplique su principio!»
¡Cierto!, aunque me tranquiliza que no esté tan loco como para celarme con mi hermano, es como si yo le reclamase solo porque bailó con Camila. «Ayer se perdió toda la tarde», me recuerda mi vocecita intrigosa, burlándose de mí.
Y según todos comentaron en la oficina, se pasó la tarde en una habitación del hotel de Vancouver con una mujer, «preguntar antes de asumir», me recuerdo, dándole el beneficio de la duda, ¡porque si a mí me ha pedido un contrato de confidencialidad!, ¿qué sentido tendría, que se encierre con alguna amante en uno de los hoteles de la empresa?
A continuación escucho el mensaje de vos que me mandó y dice:
—¿Dónde estás Bianca?, adónde te metiste, ¿por qué no contestas el teléfono?, ¿estás bien?, es todo lo que necesito saber por ahora, ¡qué estás bien!, ya tendremos tiempo para disculparme y para que me perdones.
No le hago caso y guardo el teléfono, para no caer en la tentación de contestarle, ¡que sufra!, al menos esta noche, no me apetece hablar con él, ¡ni siquiera por mensaje!, Y saber que el relajo que hizo fue porque no tenía idea de que Brandon era mi hermanno, ¡no me tranquiliza!
¿Cómo se le ocurrió pensar así de mí?, ¡si me le entregué por primera vez a él, y a nadie más que a él!, creo que por muy idiota que sea un hombre, ¡eso debería de significar algo!, ¡ni que me hubiera encontrado por ahí repartiendo amor o en un antro ligando con alguien! Para qué desconfié así de mí.
¡Ay Stefan Brown!, ni pienses que esta cabreada que me has dado, se me va a pasar tan rápido, es cierto que mi corazón ha comenzado a sentir algo por ti, pero eso no significa que te vaya a permitir que me trates como te dé la gana, ¡en mi casa no me educaron para ser la muñequita de nadie, y mucho menos sumisa!
«Te enseñaron a respetar», me dice la parte de niña buena que hay en mi mente, «¡así que no te pases!, él está preocupado porque algo te haya pasado», «¡sufrir un poco le vendrá bien!, lo hará más humano», me digo a mí misma, pero mi chica buena me responde con sarcasmo «ni que fueras una sádica», «¡No!», me respondo a mí misma, «¡pero un par de azotes no le vendrían mal al Señor Brown!», sonrió ante la idea.
Aun así Stefan Brown, ¡aunque estés acostumbrado a tener todo lo que quieres, como, cuando y donde quieres!, ¡tendrás que aprender a respetarme!, si es que en verdad te interesa tener algo conmigo, si no, ¡fue un gusto!
Y aunque me duela el alma por tener que dejarte, prefiero eso a tener que vivir sometida a ti y a soportar escenas como la de hoy, «¡o aún peores!», me dice mi vocecita intrigosa, «¡cierto!», le respondo sabiendo que tiene razón.
Sin contestarle a ningún mensaje, pongo en silencio el teléfono y luego me voy a la cama y procuro dormir, ya veremos mañana que ocurre, ¡hoy estoy fastidiada!
A la mañana siguiente, mi querida alarma puntual como siempre suena indicándome que ya es hora de levantarme, aunque no tengo la menor gana de hacerlo, cierro los ojos, y recuerdo que ayer traté de vos a Stefan frente a Javier y Diego, ¡es más! Javier me vio llorando y parecía conocer la causa, «otra vez, ¡trágame tierra!», pido en mis pensamientos.
La alarma vuelve a sonar indicando que ya han pasado quince minutos, lo que significa que estoy con el tiempo justo para arreglarme, e ir al trabajo, así que resignada me levanto, y comienzo a alistarme con mi acostumbrada ducha.
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Señor Brown no firmaré ese contrato.
RomanceBianca, anhelaba con todas sus ansias ser aceptada en el programa de pasantías de BS Corporation, y sintió pánico, cuando estando en el sofisticado edificio, ya lista para su entrevista, un descuido la hizo caer con su trasero sembrado en el piso, a...