Capítulo 17 - Por Bianca Winston

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—¿Y por qué inscribes tan temprano? —me pregunta.

—Porque una amiga trabaja y mi amigo le ayuda a su papá con una tienda que tiene, así que para poder llevar las materias juntos, aprovechamos a inscribir temprano.

—Mm... qué buenos amigos son, pero a decir verdad les ha beneficiado porque se han creado el hábito de madrugar.

—Por lo general siempre me ha tocado hacerlo, desde que estaba en la escuela, no tanto como he madrugado en la universidad, pero podría decir que ya traía el hábito de hacerlo —le cuento para que no crea que hago un gran sacrificio solo por mis amigos.

—¡A mí no me gusta madrugar!, yo prefiero trasnochar hasta más no poder, pero no levantarme antes de las cinco y media —me comenta ella con cara de exasperación.

—Es cuestión de costumbre, cuando estaba pequeñita, papá entraba a las siete a trabajar y me levantaba bien temprano para irme a dejar adónde la señora que hoy es mi madrastra, ella me cuidaba mientras él trabajaba.

—¿Y tu mamá? —pregunta curiosamente.

—Se separaron cuando yo estaba muy pequeña —le cuento esperando que no pregunte más al respecto.

—¡Mm... cuanto lo siento! —comenta Gisela.

—No, ¿por qué? Ella está bien y tiene otra familia, es feliz y eso es lo que importa —le respondo con honestidad.

—Como sea, no debe de ser fácil crecer sin una mamá, no me imagino que sería de mis hijos sin mí, —comenta pensativa.

—Sí, debe de ser difícil —coincido con ella—. Yo no lo sentí tanto porque Pilar llenó ese vacío, siempre ha sido muy cariñosa conmigo y puedo asegurarte que en cuánto a amor y dedicación, no sufrí la ausencia de mamá —le cuento agradeciendo una vez más que pilar siempre me haya tratado como a su hija de sangre.

—Qué bueno, me alegra, ningún niño debería de echar en falta el amor de ninguno de sus padres —me asegura Gisela.

—¡Lo mismo pienso! —contesto sonriendo.

—Vamos, te presentaré a Ana y a Aby.

Nos dirigimos hacia el piso de presidencia y nos detenemos junto a un cubículo que está frente a la oficina del señor Brown.

—¡Hola hola!, ¿se puede? —pregunta Gisela ingresando en él

—Por supuesto que sí —dice Any, ¡supongo que es ella porque la panza la delata!

—Vengo a Presentarles a Bianca Winston.

—Mucho gusto, bienvenida, soy Ana Smith —Se presenta—. Estaré a cargo de tu entrenamiento para que me cubras durante el interinato —dice sobando su gran barriga—. No dudes en preguntar si algo de lo que te explique no te queda claro —me pide en tono de amabilidad.

—Mucho gusto Ana y muchas gracias, me esforzaré por aprender lo más pronto posible y no darle tantas molestias.

—Hola mucho gusto, yo soy Abigail Jan, puedes llamarme Aby.

—Hola Aby, mucho gusto —le respondo recordando que Gisella me comentó que esta chica era bien hiperactiva —Finalizando las presentaciones se despide Gisela y me deja con Ana y Aby.

El resto de la tarde se pasa entre tomar apuntes, revisar documentos y contestar llamadas, el señor Brown llega faltando diez a las cinco, estuvo todo el día visitando un proyecto. Según Ana siempre vuelve a la oficina aunque sea tarde y se queda trabajando hasta pasadas las siete, aunque ella se retira a las cinco y media y en pocas ocasiones se queda después de esa hora, Aby si suele irse un poco antes. Suena el intercomunicador y Ana contesta.

Señor Brown no firmaré ese contrato.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora