Capítulo 74- Por Stefan Brown.

2.6K 152 5
                                    

—Sí, no la podremos ver bien porque nos desviaremos un poco —le confieso.

—¿No vamos a casa aún? —me pregunta volviendo a verme.

—Aún no, antes quiero llevarte a un lugar.

—¿Adónde vamos? —me pregunta haciendo un puchero.

—Calma, ya lo verás —le respondo, con ganas de besarla, me encanta cuando pone la boca así.

Al paso de unos minutos, comienza a verse la costa, y mi objetivo de aterrizaje está cerca, en el hotel de los papás de Diego nos está esperando Konor, con mi deportivo.

Cuando ya hemos aterrizado, y le he entregado los mandos a Víctor, para que se lleve a Libby a su hangar, me dirijo con Bianca al ascensor que nos llevará directamente al estacionamiento, en donde nos espera mi otro bebé.

—En dónde estamos? —me pregunta ella, cuando entramos en el ascensor.

—En el hotel de un amigo —le respondo atrayéndola hacia mí.

—No me habrás traído para que follemos y evitemos ensuciar tus, o mis sábanas, ¿verdad? —me pregunta incrédula.

—La idea no es para nada mala, pero no, esta es solo una parada, abajo nos están esperando con mi coche, iremos a otro lugar —le comento.

Sopesando, que no es para nada mala la idea de quedarnos en una habitación del hotel, y que follemos tanto como queramos, y dejar para después la visita a la playa.

—Tu coche, ¿Quién nos espera?, ¿A dónde iremos? —me pregunta sacándome de mis fantasías.

—Sí, mi coche, nos espera Konor, y adonde iremos es una sorpresa.

Llegamos al estacionamiento y Konor me entrega las llaves de mi coche, él nos seguirá en el otro vehículo.

—Quién te entregó las llaves nos está siguiendo —me comenta Bianca viendo por el retrovisor.

—Sí, Konor nos acompañará a donde vamos, más tarde regresaremos a casa en coche y él nos está brindando seguridad.

—¿Por qué?, ¿corres algún peligro, has recibido alguna amenaza? —me pregunta preocupada.

—No a ninguna de tus preguntas, pero cuando hago viajes lejos siempre me acompaña él o Wilson.

—Um... ¡Debe de ser extraño que alguien te ande siguiendo los pasos siempre! —comenta distraídamente.

—Al principio lo es, pero con el tiempo te acostumbras.

Ya no comentamos nada al respecto, terminamos de hacer el trayecto en silencio, ella abre sus brazos y recibe el viento, emocionada se pone a reír, y su felicidad vuelve a contagiarme.

Llegamos a la zona residencial a la orilla de la playa y entramos en la casa, aparco cerca del sendero que lleva directamente a la playa, me bajo y voy a abrirle la puerta a Bianca, pero como siempre, ella ya se ha bajado, así que la tomo de la mano, y caminamos.

—¿En dónde estamos? —vuelve a preguntarme.

—Es una propiedad que recién adquirí, me gustó y la dejé para mí, bueno, y para mi familia, porque al enterarse de que la tengo, solo aquí querrán pasar —le comento riendo.

Y dándolo por hecho, pensando en Camila y en Javier que aman la playa, «más bien debería decir que los tres la amamos», rectifico para mí.

—No me digas que también tienes un yate —me comenta fingiendo asombro.

—Sí, y un avión privado —le respondo, y debo de admitirlo, sonó sin nada de humildad.

—¡Wow!, señor Brown, no sé qué decir, yo lo único que tengo es a mi pichi y me lo regaló papá.

Señor Brown no firmaré ese contrato.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora