Capítulo 92 por Stefan Brown

2.2K 147 0
                                    

—Ellas estarán bien —dice Jairo—. Vayan a prepararse para el partido de baloncesto.

El personal del club pronto pone a nuestra disposición el área de la clínica, entramos al consultorio, Bianca, mi papá, uno de los paramédicos y yo.

El médico de planta de la clínica, se pone a disposición de papá y le entrega lo que va a utilizar para realizar la sutura. Yo me quedo parado a la par de la camilla y la observo sin decir nada, sé que ella también tiene mil palabras que decir, pero no puede porque hay otras personas aquí, y eso sí que me cabrea.

Así que me acerco a ella y le tomo la mano.

—Tranquila, ¡no te va a doler! —le digo al ver la cara que pone, cuando ve la agujita que trae mi padre.

—Voy a colocarte un poco de anestesia, solo sentirás un pinchón —le dice papá.

Al menos ella no suelta mi mano, y nos quedamos así, durante toda la curación, le dan dos puntos y le cubren con una gasa.

A mi padre no le pasa desapercibido que la tengo agarrada de la mano, pero evita hacer algún comentario, ahorita está en su rol de médico, ya más tarde vendrá el interrogatorio para mí.

—Listo, ahora solo tienes que cuidarte, nada de esfuerzos físicos, porque podría reventarse un punto y te va a sangrar —le dice.

—Significa, ¿qué no podré jugar en el otro partido? —le pregunta ella.

—No, acabo de darte unos puntos, podrían reventarse si te esfuerzas, además debe de dolerte la cabeza, lo mejor será que te vayas a descansar.

—Puedo quedarme a ver el partido al menos —le pregunta ella, casi con voz suplicante.

—No, nos vamos a tu apartamento —le respondo.

—Doctor, ¡por favor! —le pide ella—. Quiero ver la premiación, las chicas seguramente van a ganar.

Mi padre voltea a verme y le responde.

—Tómate estas pastillas para el dolor de cabeza, si te quieres quedar, hazlo, pero no vayas a esforzarte ni mucho menos a intentar jugar.

—Pero papá, ¡tiene que ir a descansar! —le digo, renegando porque le haya dado luz verde para que se quede.

—No le ocurrirá nada porque se quede a ver, además es preferible que se mantenga despierta durante las próximas horas —me dice a mí—. Si sientes dolor intenso, toma otro par de pastillas, si no se te quita, ve a verme.

—Sí doctor —le responde ella.

Y su rostro ahora está de color carmesí.

—Voy a revisar a la otra chica —dice dejándonos solos.

—¿Te sientes bien?, te dio más dolor —le pregunto preocupado.

—¡Es tu papá! —me responde sorprendida.

—¡A... eso!, sí.

—Y me tuviste tomada de la mano durante toda la curación, un jefe no agarra así por así de la mano a su asistente —dice preocupada.

—No soy solo tu jefe, y ahora mismo eso me vale madre, ¡tu salud es primero!

—¡Pero...!

—Pero nada —le digo acomodándole el cabello atrás de la oreja y besándole la frente.

Justo en el momento en que entran sus amigos, más los míos.

—Interrumpimos algo —pregunta Sofía, que luce sorprendida.

—No, estaba intentando convencer a Bianca de que nos fuéramos a su apartamento, pero insiste en querer quedarse a ver el partido —le respondo.

—¿Te sientes bien para quedarte?, ¿no quieres que te llevemos a tu casa? —le pregunta Julio.

—Estoy bien —responde Bianca—. Solo fue un rasguño.

—Sí, ¡un rasguño de dos puntos! —le contradigo.

—¿Te cosieron? —le pregunta Lorena.

—Sí, —le responde ella, simulando una sonrisa.

—Tendrás tu propia marca de guerra —le comenta Julio riendo.

—Bienvenida al club —le dice el idiota de Javier.

Tocándose la ceja, en donde tiene una cicatriz que ni se le nota.

Y yo volteo a verlos, incrédulo de que estén celebrando, que posiblemente le vaya a quedar una marca en su perfecto rostro.

—Si quieres quedarte, te quedarás conmigo —le digo—. No voy a permitir que te expongas.

—¿No te parece que eres un jefe muy mandón? —me cuestiona Sofía.

—Y a ti no te parece, que no estoy en modalidad jefe —le respondo.

—¡A no!, ¿y entonces?

—Ya dejen de pelear —pide mi ninfa a tiempo, antes de que le diga a Sofía que no soy solo su jefe.

La conversación se queda en el aire, porque en la pequeña habitación entran Mariana, Abigail y otras chicas, en cuestión de segundos, esto se vuelve peor que una plaza, todas preguntando a la vez.

Finalmente, nos vamos a la cancha de basquetbol y nos quedamos retirados para evitar que le vaya a caer un pelotazo, junto a nosotros se quedan las moscas que la acompañan y mis moscarrones.

Jairo y los demás, vienen a saludar a Bianca y le dan sus buenos deseos para que se recupere pronto, en el partido de voleibol le dieron el gane a su equipo porque iban ganando con una buena ventaja; y como el tiempo que faltaba para que el partido terminara, era poco, no había posibilidad de que las empataran.

Tengo que prácticamente amarrarme las manos, para evitar abrazarla y atraerla hacia mí, mientras estamos sentados, Lorena se sienta a la par de ella y le pregunta.

—¿Te sientes bien?, ¿segura que quieres quedarte?

—Sí, estoy bien, solo es un rasguño —le responde mi valiente chica, ¡que para colmo!, se le ha amoratado abajo del ojo.

—Nos preocupaste mucho —le dice abrazándola.

—Estoy bien —le responde mi chica, devolviéndole el abrazo.

Bianca se queda recostada en el hombro de Lorena y ella la protege con un brazo, mientras yo muero de ganas por sustituirla y envolver mis brazos a su alrededor.

El partido da inicio y tal como Bianca predijo, su equipo va ganando, lo que nadie se imaginó, es que el partido pasara a la historia con un toque cómico, y mientras se desarrollaba, platicaba una que otra cosa con Bianca, para asegurarme que estaba bien.

—¿Por qué no me contaste que ibas a participar en el partido de voleibol? —le pregunto finalmente.

Esa pregunta me ha andado rondando la cabeza y sé que no voy a estar a gusto hasta tener una respuesta.

Ella me observa con ojitos de niña traviesa regañada y me dan ganas de reír, pero no me dejo convencer.

—¿Y entonces? —la cuestiono.

—Me habrías dejado —me pregunta acercándose por completo a mí y hablándome casi en el oído.

—Habríamos negociado, ¡lo más probable es que si!, —le respondo serio, pero sabiendo que siempre se sale con la suya, ¡además no es cosa del otro mundo!

—Lily jugó en la mañana y se lesionó un tobillo, quería jugar así, pero el médico le advirtió que era peligroso y que lo más probable es que se produjera una lesión mayor

—¿Y tú, que vela tenías ahí? —le pregunto serio, pero en tono bajo para que los demás no entiendan de lo que estamos hablando.

—Nadie más de su área puede jugar, y si nadie lo hacía, el gane del torneo se le iba a dar al otro equipo, ¡no era justo!, así que preguntaron si había alguien que la pudiera reemplazar, ¡y me ofrecí!, tenía tiempos de no practicarlo, pero ya veo que lo que bien se aprende, no se olvida.

Señor Brown no firmaré ese contrato.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora