Capítulo 23 - Por Bianca Winston.

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Los siguientes dos días son una locura para mí, entre el trabajo de la oficina y prepararnos para la fiesta del sábado y en mi caso para la cena del viernes, e incluso tuve que aceptar ir de compras con las chicas. El martes por la noche hablamos por teléfono con Stefan.

—Hola, que tal tu día, ¿me extrañaste? —me preguntó él.

—Sí, la oficina sin el jefe no tiene la misma adrenalina —le respondí riendo.

—No sabía que te produjera adrenalina, cuéntame que otras cosas te provoco —me preguntó.

«Ganas de devorarte a besos y fundirme en una contigo», gritó mi mente, pero no se lo dije, porque aunque es obvio que me derrite su presencia no quiero que mi boca se lo confirme, al menos no aún.

—A decir verdad me provocas muchas cosas, pero no voy a decírtelas por teléfono.

—¿Por qué?, nadie nos está escuchando.

—Posiblemente, pero prefiero no decirlas en estos momentos.

—¡Como gustes!, pero cuando regrese me las dirás una a una —me sentenció.

—¡Es probable que lo haga!, ¿qué tal tu conferencia? —le pregunté queriendo pasar a un tema más seguro.

—Bastante bien, aunque preferiría estar en Seattle, tengo asuntos pendientes allá —me dijo en tono insinuador.

—Asuntos que puedes solucionar a tu regreso, ahora lo que importa es que te concentres en la conferencia, por cierto ¿No deberías de estar en la fiesta? —le pregunté haciendo cuentas de que allá deben de ser cerca de las doce de la noche.

—¡No me gusta quedarme a las fiestas!, por lo general me retiro después de la cena y de compartir un par de horas. Y en cuanto a los asuntos que tengo pendientes, cuenta con qué los solucionaré en cuanto llegue —me respondió.

—¿Vendrás mañana mismo o hasta el miércoles?

—Regreso mañana después de medianoche, así que no hagas planes para el miércoles, tenemos cosas que resolver.

—Cierto, ¡dijiste que teníamos una plática pendiente! —le recordé.

—Lo primero que quiero hacer contigo, está lejos de hablar —me respondió.

—Y qué es lo que quieres hacer —le pregunté ¡como si no supiera!

—No voy a decírtelo por teléfono prefiero mostrártelo en persona, ¡así que tendrás que esperar!, mejor cuéntame ¿con que ropa fuiste a trabajar hoy?

—¡Wow señor Brown!, ¡no tenía idea de que se interesara en ese tipo de cosas!

—¡Señorita Winston, usted no sabe lo que sus faldas cortitas y ese botón desabrochado de su blusa le hacen diariamente a mi cordura! —en respuesta me puse a reír porque en serio que me sorprendió, ¡mis faldas son bastante recatadas!

—¡Mis faldas no son tan cortas! —le reproché.

—No, ¡pero me dejan ver lo justo de esas piernas que me traen loco!, así que respóndeme —me pidió.

—Me puse un vestido color beige.

—No te he visto con vestido, el jueves quiero que llegues con uno —me pidió.

—No tienen nada de especial, de hecho el que me puse hoy es bastante formal, ¡solo que es un poco más corto que las faldas que me pongo usualmente! —le dije picándolo.

—¡Es más corto! ¿Y te pusiste algo más corto precisamente hoy? —Se quejó, provocando que me riera por su tono de voz—. ¿Sabes que cada día me pregunto si llevarás tu braguita blanca que llevabas el día en que fuiste a la entrevista?

Señor Brown no firmaré ese contrato.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora