—A lo mejor los ha visto muy juntos cuando él llega a tu casa —le sugiere Lore.
—No, de hecho tiene días de no llegar, con eso de que a Harry lo ascendieron en su trabajo creería que ya no se reúnen tan seguido.
—Con respecto a que el man no quiere formalizar su relación —comenta Julio—. ¿No te has puesto a pensar, en que probablemente lo que él no quiere es tener a un suegro en su mismo lugar de trabajo? —le sugiere.
—¡Es posible! —Pero si me quisiera, eso no tendría por qué importarle —responde pensativamente Sofía.
—¡Entonces no te quiere!, ¿Qué haces ahí? —Le pregunta Julio—. La princesa a la que yo conozco, ¡vale más que eso! —le reprocha amablemente.
—Sí, ¡pero cuando no se trata de Javier! —reconoce ella.
—¿Y desde cuándo estás sufriendo con ese lío? —le pregunta Lorena.
—¡Él es mi amor, desde que tengo uso de razón! —le responde Sofía.
—Me refería, a que han estado saliendo sin salir —se corrige Lorena.
—¡Um... eso!, desde el día en que casi me desnudé en la disco —responde riendo, pero la sonrisa no ilumina su rostro.
—Amiga, tienes que ser fuerte —le digo abrazándola—. Si no te das tu lugar, él no te va a valorar, ¡Javier en verdad tiene fama de mujeriego! —le comento.
—Verdad que sí, ¡ves!, seguramente tiene a alguien en la empresa —indaga, queriendo saber más.
—No, ¡ahí no!, al menos no que yo sepa, y si lo hace son muy discretos, porque no es del conocimiento de nadie —le aseguro.
—¡No sé qué hacer! Cuando estoy muchos días sin verlo, me da ansiedad por estar con él.
—¿Entonces se ven seguido? —le pregunta Lore.
—No mucho, en realidad solo hemos estado juntos unas cuantas veces, unas son cuando me he ido de la disco con él, y unas cuantas más que he llegado directamente a su apartamento, pero cada vez, ¡es solo para ya saben qué! —comenta, tapándose el rostro.
—¿Javier tiene un apartamento?, creí que vivía con sus papás —le comento.
—Sí, vive con ellos, pero tiene su propio apartamento, creo que solo lo utiliza de folladero —reflexiona—. Y lo peor es que yo también he estado ahí.
—Es difícil, pero tienes que hablar con él, y tomar decisiones —le dice Lorena.
—Cierto, de lo contrario solo para follar te va a buscar —le digo, agarrándola de la mano.
—¡Así es princesa!, los hombres somos cabrones en ese sentido, ¡ponte seria!, decidida a ganar o a perder —le recomienda Julio
—¡Lo voy a perder! —se queja ella, muy triste.
—¡Quizá sea lo mejor, si él no te valora! —Le digo, consciente de que no debe de ser nada fácil estar en esa situación—. Y si el muy idiota te deja ir, ¡ojalá y encuentres a alguien que sea mil veces mejor que él!, y puedas estregárselo en la cara —le deseo de corazón—. Y en cuanto lo vea, ¡querré matarlo! —le aseguro.
—No, ¡no le digas nada!, no debe de enterarse de que les he comentado que salimos, ¡si se le puede llamar así! —Dice con sarcasmo—. ¡Ok, ese era mi secreto!, siguiente —comenta buscando su teléfono—. ¿Quieren más cerveza? —nos pregunta.
—Yo no puedo tomar —le respondo tocándome el pómulo.
Julio y Lorena responden que sí, y hacen un pedido en línea, que vendrá más o menos en quince o veinte minutos.
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Señor Brown no firmaré ese contrato.
RomanceBianca, anhelaba con todas sus ansias ser aceptada en el programa de pasantías de BS Corporation, y sintió pánico, cuando estando en el sofisticado edificio, ya lista para su entrevista, un descuido la hizo caer con su trasero sembrado en el piso, a...