Capítulo 81 por Stefan Brown.

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—Aunque no entiendo por qué ella quiere mantenerlo en secreto —comenta Diego en forma de reflexión—. ¿Has considerado la posibilidad de que esté con alguien más? —Me pregunta—. Con el tal Julio los veo muy unidos —dice inyectando cizaña.

—No, ella me ha asegurado, que no son nada —le respondo, manteniendo la calma—. Si te fijas así son sus dos amigas con el tipo, parece ser que él es una más de ellas —le digo riendo.

—¡Una más!, ese tipo no tiene nada de una más —comenta Javier—.

—Zorro conoce a zorro —le dice Diego.

—Bueno, pero con Bianca estoy seguro de que no tiene, ni han tenido nada —le respondo, viendo a los chicos de mercadeo que van ganando el partido.

—Tu seguridad me gusta, Bianca también me gusta —comenta Javier.

Lo observo listo para decirle un par de obscenidades, pero él me aclara rápido.

—No para mí, ¡idiota!, si no, no hubieras tenido la menor oportunidad con ella, la habría conquistado antes de que viniera a trabajar en BS —me dice en tono socarrón.

—A quién habrías conquistado —le pregunta Gabriel uniéndose a nosotros.

—A cierta universitaria que trae de cabeza a cierto energúmeno —le responde Javier terminándose su refresco.

—Um... tengo que decirte que lo dudo, tengo ya un par de años de conocerla en la universidad, y aunque es amable con sus compañeros, al único tipo que le he visto siempre es a su amigo.

—Ves —me comenta Diego—. ¡Es probable que tengan algo!

—No, tampoco lo creo, el tipo es un don Juan, casi como ustedes dos —comenta Gabriel burlándose de ellos—. Dudo que Bianca sea del estilo que deja pasar esas cosas —les aclara, olfateándonos a los tres—. Por cierto, ¿no sienten olor a jabón chiquito?

El idiota de Javier y de Diego se ponen a reír a carcajadas, y me señalan

—¡Qué! —les digo a los tres.

—¡Dichoso! —comenta Diego riendo, pero pronto se pone serio.

Que ocurre —le pregunta Javier, te tienen flechado a ti también.

—No, por supuesto que no, es solo que me da envidia que otros echen un polvo a media mañana, y yo no —comenta mirándome y se pone a reír cuando me ve cabreado.

—No he echado un polvo, estaba trabajando en una de las salas privadas, y después me fui un rato a la piscina —vuelvo a mentirles con eso último.

Pensando en que realmente no fue uno, sino dos, y estuvieron buenísimos, como cada polvo que echo con mi ninfa de ojos verdes; sin pensarlo y como un idiota, termino suspirando y les doy más de que hablar a este trío de metidos.

—En serio que estás jodido —me dice Diego.

—No, si encontró la horma de su zapato —lo contradice Gabriel.

—Yo creo que encontró su horma y su todo, pero ya les dije que a mí me gusta ella, y me alegra que lo ponga en su lugar —responde Javier riéndose aún de mí.

—Bueno, para los tres que están tan interesados en mi vida, porque en lugar de estar metiendo la nariz en donde no los llaman, no se ponen en algo con sus mujeres, tú, —le digo a Javier—. No te hagas que traes de cabeza a la mimada, y ella no te es indiferente, y tú —le digo a Diego—. Ni creas que no nos hemos fijado en que la rubia te pone a babear—. Y tú —le digo a Gabriel—. Sigue trabajando mientras aparece la indicada —le comento, haciendo referencia a lo que él dice cuando se excusa, de por qué, no tiene novia formal.

Señor Brown no firmaré ese contrato.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora