Capítulo 87 por Bianca Winston.

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—Bueno, —le dice Julio a Mariana—. Las chicas se van a ir con Javier, así que puedo llevarte a tu casa.

—¡En serio!, ¿no lo ponemos en aprietos ingeniero? —le pregunta Mariana a Javier.

—No, la casa de Sofía me queda de camino a mi casa, y como ahí se van a quedar todas —Le responde el susodicho.

—¿No has tomado mucho? —le pregunta Sergio a Javier.

Sergio se ve como si no ha ingerido nada de alcohol, a pesar de que se tomó más de una docena de cervezas.

—No te preocupes, traigo chofer asignado —le responde Javier riendo.

Ya en la zona de estacionamiento nos despedimos todos, y a continuación nos dirigimos al parqueo VIP del club, así que los chicos de la oficina no se dan cuenta quién se va con quién, o si vamos todos juntos.

Veo a Diego, y el pobre parece que se ha chupado un limón, cuando Lorena se sube al auto de Gabriel, todos pensábamos que si se iba a llevar a la tipa de la mesa de la par, pero al final, resultó con que no, que estaba cansado y que quería ir a dormir.

Cuando ya estoy adentro del auto de Stefan, le comento al respecto.

—Fueron imaginaciones mías, o Diego estaba que echaba humo a causa de que Lorena se fue con el licenciado Gabriel.

—Sí, también me percaté, y aunque tengo mis sospechas sobre esos dos, no estoy seguro de que tengan algo, una vez le pregunté y me respondió que solo eran conocidos.

—¡Muy sospechoso!, y lo que sea que esté ocurriendo, espero que Diego no vaya a hacer sufrir a mi amiga.

—Diego y Javier son unos mujeriegos, y ninguno dura con sus parejas, ojalá que no se haya enredado con ella, porque lo más probable es que no terminen bien las cosas entre los dos.

—Sí, ¡ojalá que no!, ¿alguna vez, fuiste como ellos de mujeriego?

—No, siempre he sido de relaciones estables, ¡o al menos eso creía! —me responde.

—¿Vas a contarme alguna vez sobre tus relaciones anteriores?, tengo entendido que tu última novia pública fue hace varios años —le comento, lo que Sofía me ha contado.

—¿Mi última novia pública? —me pregunta intrigado, pero sin enojo, y casi con diversión.

—Sí, ¡a la que todos conocieron!

—A... ¡A esa!, no es alguien de quien me guste hablar —me responde cortante.

—Dudo que hayas sido célibe después de estar con ella, y tampoco pareces del tipo que te guste contratar a chicas cariñositas para pasar el rato.

—No, ¡por supuesto que no!, a mí me gusta la exclusividad, te lo he dejado claro.

—A sí, ¡la cláusula de exclusividad! —le respondo con sarcasmo—. ¡Lo interesante es saber en dónde encontrabas a chicas, que estuvieran dispuestas a firmarlo sin rechistar!

—Es cuestión de saber en dónde buscar, y hay mujeres que mueren por firmar un contrato como el que yo les proponía.

Lo observo tan seguro de sí mismo, y aun así de perfil me parece el hombre más caliente que he visto, pero de pronto viene a mi mente lo que Diego dijo sobre Gabriel.

—¿Eres un sugar daddy? —le pregunto dudosa.

—¡No me gusta ese término! —responde volteando a verme, pero con cierta diversión en su rostro.

—¡Eres un sugar daddy! —lo acuso entre sorprendida y divertida—. Me imaginaba que los hombres que optaban por ese tipo de relaciones, serían hombres mayores, ¡muy mayores! ¡O casados! —le comento extrañada.

Señor Brown no firmaré ese contrato.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora