—¡Pues sí!, iba a ser mi jefe y por nada del mundo me quería convertir en la querida de él, además desconocía si en realidad tenía novia o tenía otros gustos —le comento riendo.
Haciendo referencia a lo que ella había sugerido sobre mi terrón de azúcar.
—Cierto, ¡tú ibas a confirmar eso! —me recuerda Lorena.
—No, ¡no lo hice por eso!, de hecho quería que no me importara en lo más mínimo la vida de mi jefe, la cuestión es que comencé a fantasear con él.
—¡Tuviste sueños Húmedos! —pregunta emocionado Julio.
—¡No! —le miento, ¡tampoco es como que tenga que confesarles eso!
—¿Y a que te refieres con fantasear? —pregunta Lore divertida también.
—Estábamos en reunión y de pronto solo me concentraba en su boca, y cuando me hablaba, lo miraba a los ojos, pero en realidad a veces ni escuchaba todo lo que me decía, tenía que reprenderme a mí misma para concentrarme.
—Pero tú también le gustabas a él —me dice Julio—. Yo te lo dije en cuanto vi cómo te miraba, el día de la entrevista.
—Cierto me lo dijiste, pero que me iba a imaginar yo, que una simple mundana le gustase a él.
—Tú no eres una simple mundana —dice Sofía—. ¡Si quieres te traigo un espejo!
—¡No!, tengo un esparadrapo en el rostro, que no me ha de favorecer ¡para nada! —le respondo.
—Se te va a curar bien, ya verás que no te va a quedar cicatriz —me asegura Lorena, tratando de tranquilizarme.
—Eso espero —le respondo—. Bueno, la cuestión es que me gustaba y sin saberlo, yo también a él, un día que venía de adónde papá, se me pinchó una llanta y casualmente él estaba en la gasolinera en donde me estacioné para cambiarla.
—¿Y qué pasó? —pregunta el metiche de Julio.
—Llegó a ayudarme cuando estaba cambiándola.
—¡Pero si tú no necesitas ayuda! —dice Sofía, eres la única de las tres que sabe cambiar una llanta.
—Sí, pero él no me preguntó si necesitaba ayuda, llegó y me dijo que él lo haría —le cuento.
—Um... y tu muy sumisa dejaste que lo hiciera —dice Lore riéndose.
—¡Ya me había quebrado una uña! —me defiendo.
Julio rompe a reír.
—Típico talón de Aquiles de las mujeres —comenta él.
—¡Pues sí!, si cuesta que crezcan y tenerlas tan bonitas —le respondo enseñándoselas.
—Ok. ¿Y qué pasó?, ¿no te habrá intimado en ese momento? —Pregunta riéndose—. Digo, ¡imprimado! —se corrige aun riendo, haciendo referencia a cierto hombre lobo que sale en una saga de vampiros muy famosa.
—No, —le respondo entendiendo su broma y riéndome de ella—. ¡Creo que lo hizo el día de la entrevista!, cuando me recogió del piso —me quedo pensativa un momento, y luego agrego—. O cuando resbaló conmigo, y cayó encima de mí —les comento divertida, ellos ríen también, pero me dejan continuar con mi relato—. Ese día de la llanta, me invitó a comer a su apartamento, yo acepté, ¡y terminamos besándonos! —concluyo.
—¡Es directo el man! —dice Julio riéndose.
—Sí, al parecer quería ir al grano conmigo, pero mis prejuicios sobre ser su empleada no me dejaron continuar.
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Señor Brown no firmaré ese contrato.
RomanceBianca, anhelaba con todas sus ansias ser aceptada en el programa de pasantías de BS Corporation, y sintió pánico, cuando estando en el sofisticado edificio, ya lista para su entrevista, un descuido la hizo caer con su trasero sembrado en el piso, a...