Capítulo 26 - Por Bianca Winston.

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—Ve... —me dice como si pudiera impedir que lo hiciera.

Llego hasta adonde Stefan y saludo a la mujer que esta con él.

—Bianca, ¿conocías a Corina? ella es nuestra supervisora en la zona norte —me comenta.

—Sí, ya nos hemos presentado —le respondo y pregunto a Corina—. ¿Te gustó la comida?

—Sí, muy sabroso todo, ¡vamos encantados!, gracias por la dedicacion —me responde.

—Gracias a ustedes por su arduo trabajo —le respondo nerviosa ante la seriedad de Stefan.

—Corina nos permites un momento, quiero preguntar algo a Bianca —le dice colocando su mano sobre mi hombro y llevándome a un ventanal, cuando estamos lo suficientemente alejados me dice—. ¿Se puede saber que hacia el imbécil de Javier tan cerca de ti? —Me dan ganas de reír por su actitud pero me contengo.

—Platicábamos de la cena —le respondo casual.

—¿Y tenía que acercársete tanto? —me pregunta quitándome del camino y dirigiéndonos a la salida.

—¡No estábamos cerca! —Lo contradigo.

—¡A no!, ¡Por poco te abrazaba!

—Es tu hermano —le respondo viéndolo seria.

—Y es un cabrón, ¡te trae ganas!

—No me trae ganas, ¡solo es amigable no inventes!, además este no es ni el momento ni el lugar para hablar sobre esto, si quieres hablamos mañana.

—No, ¡nos vamos!, ve por tus cosas —me dice sonriéndole a Víctor Ruiz que llega a despedirse, cuando Víctor se aleja continúa conmigo—. Ve por tus cosas antes de que alguien más nos entretenga —pide sonriéndome—. Necesito que hablemos, pero antes quiero quitarte ese vestido que me ha estado haciendo muecas toda la noche para que te lo quite —me dice casi al oído con tono insinuador.

Y muero de ganas por decirle que sí, por irme con él, ¡pero no puedo!

—Lo siento no me puedo ir contigo, mi familia aún está quedándose en mi apartamento, si no llego se preocuparán, saben que venía solo a una cena —le comento.

—¿Qué?, ¿es una broma? —me pregunta sorprendido.

—No, lo siento, es la verdad, de hecho ya iba a despedirme, tengo que irme o se preocuparán —le respondo viendo como incrementan los latidos de la vena de su cuello, se me antoja besarlo justamente ahí y acariciar su rostro, ¡pero obvio no puedo!

—¡Creo que has jurado volverme loco! —me dice riendo, pero sin que su sonrisa se refleje en sus ojos.

—Lo siento, Pilar se preocupará si no llego, mañana después de la fiesta seré toda tuya —le prometo.

—¡Si es que no surge otra cosa! —comenta riendo con Jorge y Luis que se acercan a saludarlo porque ya se van.

Yo aprovecho la distracción y me despido de ellos, incluyendo a Stefan quién sé, que querrá ahorcarme luego, regreso a mi mesa por mis cosas, me despido de Aby y de los demás que están aún en la mesa y me marcho, procurando no ver hacia donde Stefan está, porque sé que debe de estarme taladrando con la mirada. Llego al apartamento y Pilar aún no se ha dormido.

—Te hacia dormida —le comento quitándome los zapatos para no despertar a Brandon ni a Andrea.

—No nena te esperaba —responde con ojitos dormilones—. Hoy si me puedo ir a dormir, ¿disfrutaste? —me pregunta.

—Era trabajo más que nada —le respondo—. Pero si, la cena estuvo deliciosa y pude conocer en persona a quienes solo conocía por teléfono o video llamada —le cuento.

Señor Brown no firmaré ese contrato.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora