—Media hermana —le respondo—. ¡En caso de que sea cierto que somos algo! —agrego con sarcasmo.
—¡Como quieras! A mí tampoco me agrada la idea de tener un medio hermano tan estirado como tú! —aclara haciéndome recordar a Sofía y sus insultos risibles.
—Eres igual a mi hijo cuando tenía tu edad —comenta el anciano
—No se equivoque, ¡su hijo y yo no nos parecemos en nada!, nunca pediría a una mujer que se deshiciera de mi hijo, y tampoco la dejaría a su suerte con un bebé en brazos.
—¡Tienes razón!, parece ser que como padre le exigía demasiado, tanto que prefirió evadir la responsabilidad de un hijo, ¡al final resultó que no era el honorable hombre que yo creía! —comenta apesadumbrado.
—Si lo fue —lo defiende la señora—. Fue por honor que renunció a él —dice viendo a su marido
—Me enteré a los doce años de que Jack Brown no era mi padre biológico, y me sentí muy confundido, luego él me hizo comprender que no nos hacía padre e hijo un lazo sanguíneo, sino uno mayor que es la lealtad, el amor y la confianza; y desde entonces y para siempre mi único padre se llama Jack Brown —Les digo con todo el orgullo que siento por él—. Luego, cuando tenía quince años, escuché una conversación en la que él y mamá discutían sobre si debían decirme o no que mi supuesto padre biológico, había obligado a mamá a que abortara, y que ella no había tenido el valor y mejor prefirió huir a tener que renunciar a mí.
—Andrés estaba muy arrepentido de eso, pero en cuanto te vio supo de inmediato que eras su hijo, y se dio cuenta de que tu madre no había abortado como le había asegurado que haría; no se acercó a ti en ese momento porque el shock que le ocasionó fue muy grande, y se fue del restaurante sin hablar con tu madre. Al salir a la calle y tomar aire recapacitó y volvió adentro, pero ya ustedes se habían ido. Los buscó por dos años y luego por medio de la familia de tu madre logró localizarlos, y por fin pudo confrontarla y confirmar sus sospechas —hace una pausa y continúa hablando, como si estuviera relatando un cuento a unos niños—. Pero al parecer tu madre le suplicó que no te dijera que él era tu verdadero papá, que tú amabas a Jack y él te amaba a ti como padre, que no desbaratara tu mundo, Andrés se había casado hacía cinco años y ya tenía a Cecil. Así que cedió porque sabía que cuando Fabiola se enterara era posible que perdiera su hogar, pero no le pudo la conciencia y volvió a insistir a tu madre que tú debías conocer la verdad, que Jack no era tu verdadero padre sino él.
Vuelve a hacer una pausa, como si estuviera recordando, y continúa hablando.
—Durante todo ese tiempo, Andrés no perdió detalle sobre ti, seguido viajaba a tu ciudad y te miraba interactuar con tus amigos y con quien creías tu papá, y aunque a él le dolía no poder acercarse a ti, se conformaba con verte feliz. Él no pudo evitar quererte cuando te conoció.
—Lo siento —digo poniéndome de pie—. Vuelvo a repetirles que mi verdadero papá se llama Jack Brown, un lazo sanguíneo no te hace más familia de quien te cuida y vela por tu bienestar, su hijo quizá haya sido mi progenitor, pero nunca fue mi padre —la anciana se limpia las lágrimas con un clínex —y me provoca cierta lástima, porque al final mi progenitor era su hijo y tiene derecho a defenderlo.
—Él quería acercarse a ti, pero le faltó valor, no quería desbaratar tu estabilidad emocional, pensó que cuando estuvieras más grande lo comprenderías mejor, lo que nunca pensó es que a él le faltaría tiempo para eso. También tenía miedo de que su esposa al enterarse de tu existencia lo dejara y se fuera lejos con la niña y él tuviera que vivir separado de sus dos hijos a quienes amaba tanto.
—Él también era su hijo y Andrés debió de luchar por él, tanto como lo hizo por Cecil —lo acusa el señor Fox—. Si Fabiola lo quería en verdad lo perdonaría, porque el niño había sido concebido antes de que ellos se conocieran —refuta el hombre a su esposa—. Y tampoco era necesario que lo alejara de su madre, ni de la familia que el niño conocía, solo bastaba con que le diera a conocer a su otra familia, a nosotros, a su hermana, ¿tienes idea que hubiera pasado si él y Cecil se conocían en otras circunstancias? —le pregunta viendo a la señora a los ojos, la pobre mujer no para de llorar.
—Abuelo cálmate, no te exaltes —le pide la chica—. Recuerda que te hace daño.
—Andrés se asustó, ¡no lo hizo por maldad! —lo defiende la señora
—¡Cobarde! Eso es lo que fue —lo acusa el hombre llevándose la mano al pecho.
—¡Abuelo! —dice Cecil acercándose al anciano, de inmediato me pongo en pie y tomo un vaso con agua y me acerco para dárselo.
—Tome, le caerá bien —le digo entregándole el vaso—. Creo que deberíamos posponer esta conversación para después, es evidente que usted no se encuentra del todo bien —le recuerdo queriendo dar por zanjada esta conversación.
—No es necesario hijo, esta conversación ya se ha pospuesto demasiado tiempo, perdónanos por no haberlo hecho antes, tu abuela no debió callar por tantos años, debió buscarte antes.
—De hecho lo hizo, me escribe desde hace seis años, siempre había pedido que nos conociéramos, pero para que alterar mi vida con algo que nunca he tenido, y me parece que es mejor continuar así —le respondo con toda sinceridad.
—Sabes que cuando me enteré de que tenía un medio hermano me sentí feliz, soy hija única y dado que mis abuelos tampoco tuvieron más hijos, no tengo primos, mi única familia cercana son ellos —dice señalando a la pareja de ancianos—. Tengo familia por parte de mamá, pero no hemos convivido mucho —concluye con ojos brillosos sin lograr ocultar su emoción.
—¡Ya tengo dos hermanos! Y te aseguro que es suficiente con ellos —le contesto con sarcasmo al recordar a esos dos colitas de judas.
—¡Comprendo!, si no quieres nada con nosotros, debemos marcharnos, mi abuelo tiene que descansar —responde la chica con cierto tono de indignación, parece ser que fue muy pésima mi respuesta, al fin que ella no tiene ninguna culpa en todo esto, y si es cierto lo que dice se debe de sentir muy sola.
—Pueden quedarse y descansar, la suite está a su disposición —les comento.
—Muchas gracias, pero si tú no quieres nada con nosotros, no queremos causarte más molestias —responde Cecil.
—Stefan, te pedí en mis cartas que nos dieras la oportunidad, de conocerte en persona y lo has hecho, muchas gracias hijo, pero también te prometí no interponerme si no querías una relación con nosotros, piénsalo y quizá no sea tan malo tener un par de familiares más, comprendemos que el lugar de abuelos ya lo ocupan los padres de Jack y lo respetaremos, pero quizás algún día cuando estés en Vancouver puedas visitar la casa de los Fox, en donde cálidamente te recibiremos.
—Muchas gracias, lo tendré en cuenta, debo retirarme —les digo exasperado por escapar de tanta emotividad.
—¿Puedo continuar escribiéndote? —me pregunta Amanda.
—¿No lo haría si le digo que no? —le pregunto.
—Aunque no las enviara, ¡siempre te escribiría! —responde con lágrimas rodando por sus mejillas.
—Entonces hágalo si eso la hace sentir mejor. Tu abuelo acaba de superar un pre infarto debería checarlo su médico de cabecera —le digo a Cecil.
—¿Cómo lo sabes? —me pregunta ella.
—No los conozco, tenía que saber de ustedes antes de vernos, ni siquiera conocía el nombre de mi progenitor, nunca me intereso hacerlo, ¡para mí es simple!, si él no me quiso en su vida al grado de pedir que me mataran antes de nacer, ¿por qué tendría yo que mostrar interés por él? —le respondí, consiente de ser más sincero de lo necesario.
—No podemos cambiar el pasado ni borrar las decisiones que tomaron nuestros padres, pero podemos cambiar el futuro, danos la oportunidad de conocernos, sin parentescos, simplemente como Stefan, Amanda, Cristian y Cecil, —me pide la chica, guarda silencio por un momento y luego agrega—. Estamos por abrir operaciones en Seattle y viajaremos con más frecuencia a allá, quizás puedas permitir a mis abuelos que te vean de vez en cuando —me pide.
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Señor Brown no firmaré ese contrato.
RomansaBianca, anhelaba con todas sus ansias ser aceptada en el programa de pasantías de BS Corporation, y sintió pánico, cuando estando en el sofisticado edificio, ya lista para su entrevista, un descuido la hizo caer con su trasero sembrado en el piso, a...