Capítulo 85 por Bianca Winston.

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—Pero me da pena, aquí están los chicos de la oficina —le respondo como excusa.

—A la mierda todos en la oficina —me responde instándome a que me ponga de pie.

—¿Estás ebrio? —le pregunto riendo y resignada.

Si quiero bailar con él, es cierto, tengo que mandar a todos a la madre.

—No, no acostumbro a ponerme ebrio, pero si he tomado un poco —admite—. Por qué, ¿no quieres bailar? —me pregunta, tomando mi mano.

Vuelvo a ver a nuestro alrededor, buscando si alguien nos mira, y cada quien está en su mundo.

—Sí, vamos, aunque les vas a dar de que hablar a todos en la oficina —le comento.

—A la madre todos, solo vamos a bailar —me responde, se acerca a mí, y me dice—. Además, no van a decir nada que no sea cierto, tú eres mía

—Y tú mío —le respondo.

Como respuesta recibo una cálida sonrisa y un apretón de manos.

Nos encaminamos al otro lado de la pista para evitar encontrarnos con alguien del grupo, y nos funciona, porque no hay nadie conocido, así que nos damos gusto bailando juntos, y me pregunto, si habrá algo que este hombre no haga perfectamente bien.

En uno de los pasos que damos, me acerca por completo a su cuerpo, quedando yo de espaldas a él, y me dice al oído.

—Ese vestido está tentando mi cordura, y ha puesto a prueba mi paciencia, cuando otros te miran, por eso quiero que todos sepan que eres mía —dice apretándome más.

Temiendo que alguien de la oficina nos vea, vuelvo a ver a mi alrededor nuevamente, pero continuamos libres de conocidos.

Me suelta y regreso a él, pero esta vez de frente, posa su mano en mi espalda y vuelve a toparme a su cuerpo y me dice.

—Lo único que me consuela, es lo que me dijo.

En sus ojos se ha despertado el brillo de la pasión, y por lo que estoy sintiendo en mi vientre, está excitado.

—¿Qué te dijo quién? —le pregunto sin comprender a qué se refiere.

—Tu vestido —responde, girando conmigo entre sus brazos.

Me pongo a reír de sus ocurrencias y le pregunto.

—¿Y qué te dijo?

—Que todo lo que hay abajo es solo mío, y que está deseoso de que lo arranque de ti, para que yo pueda tenerte.

—Mira qué vestido tan atrevido —le respondo riendo

—¡Bravo!, ¡me alegra que pensemos igual! —comenta riendo—. Deberíamos de irnos pronto para que pueda quitarlo —me propone.

—No, el ambiente está bueno, nos quedaremos un poco más, mañana juego hasta en la tarde, así que puedo dormir toda la mañana.

—¡Tú juras que vas a dormir! —me responde girándome ahora solo a mí.

Regreso a sus brazos y le respondo.

—Cuento con que me dejes hacerlo, aunque sea un par de horas.

—Me lo pensaré —responde riendo.

Y yo me siento feliz, por estar haciendo algo tan trivial, como el simple hecho de bailar con él en un lugar público, quizá sea por las cervezas que me he tomado, o porque finalmente estoy entendiendo y aceptando, que tarde o temprano se revelará lo nuestro.

Y por su cara de felicidad, podría jurar que él siente algo muy similar, continuamos bailando varios bloques variados de música y en ninguno me defrauda, ¡este hombre se mueve bien en todos lados!, y yo doy gracias por eso.

Señor Brown no firmaré ese contrato.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora