Capítulo 21 - Por Bianca Winston.

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¡No sé cómo a qué horas!, regreso al apartamento de Stefan, al salir del ascensor escucho still got The blues y el sonido de la guitarra llena todo el lugar, ¡no tenía la menor idea de que al señor Brown le gustara la música a tan alto volumen!

Camino hacia la sala y lo encuentro acostado sobre el sofá, está sin camiseta y el pants que lleva se le ha bajado a las caderas, dejando a la vista su bien marcada y definida pelvis. Tiene sus manos sobre la cara, cubriéndose los ojos.

Sin hacer ruido avanzo y me paro frente a él inspeccionándolo a conciencia, cada músculo de su pecho y abdomen están bien definidos, se ha quedado dormido con el control remoto en una de sus manos; me agacho frente a él y se lo quito para luego colocarlo por ahí en algún lugar, con delicadeza acaricio sus pectorales con las yemas de mis dedos y juego con sus pezones hasta lograr ponerlos duros y erectos. Agacho mi rostro y paso la lengua por uno de ellos, son diminutos pero se han puesto muy duritos, presiono levemente con mis dientes y eso lo despierta.

—Volviste —me dice asombrado y con voz somnolienta.

—Sí, no consideré justo haberte dejado así —le comento apretando su erección por encima del pantalón.

—¡Me agrada tu sentido de la responsabilidad y de justicia! —comenta sonriendo—. Es toda tuya ¡puedes hacer con ella lo que tú que quieras! —me ofrece. Sacándola de lo que funciona como su funda y mostrándomela en todo su esplendor. Se mira como si fuera de esas que sacan en los anuncios de juguetes eróticos, con la diferencia de que esta es natural y al tacto se siente suave y caliente. Paso las yemas de los dedos por sus inflamadas venas y se sienten tan suaves.

Continúo acariciándola y veo una gotita transparente salir de su puntita, agacho la cabeza y la limpio con la lengua, el sabor es extraño, pero no podría decir que sepa mal. A mi lengua le gusta la textura de aquella hermosa pieza de arte y continúo explorándola con ella, llego hasta la parte de abajo y me encuentro con dos bolas tan duras como el mástil que está en mis manos, paso también mi lengua por ellas y son incluso más suaves. Lo escucho gemir y levanto el rostro para verlo, está mirándome como si temiera perderse algún detalle de lo que estoy haciendo.

—Dale un beso —me pide agarrando su erección y yo rozo mi mejilla contra ella.

Vuelvo a palpar su punta con mi lengua y el sabor cada vez me agrada más y más, mis labios envuelven su entorno y bajo cubriéndolo cuanto puedo, obviamente no me cabe toda pero hago mi mejor esfuerzo.

Lo saboreo como si me estuviera comiendo una paleta de helado y lo escucho gemir, eso funciona como un incentivo para mí porque significa que no lo estoy haciendo tan mal, ¡así que continúo chupeteando mi paleta!

Sigo con mi labor y él contribuye moviendo su pelvis acompasando un solo ritmo con mi boca. Al paso de unos minutos en esa faena lo escucho decir.

—Nena estoy por llegar, ¡suficiente!

Le hago un poco más de presión y no tardo en recibir en mi boca el disparo de chorros y chorros de su corrida que amenazan con atragantarme. Como no sabía qué hacer con el líquido que inundaba mi boca y mi garganta, terminé tragándolo para no hacer un desastre, no me resultó asqueroso como había pensado que sería las veces que vi o leí alguna escena similar.

El sonido de la guitarra continúa llenando todo el lugar, aunque ya no es la misma canción que suena. Saco su erección de mi boca escuchando el típico ¡pop!, de cuando separas algo que está unido a presión.

Él se sienta y acaricia mi cara, luego me ayuda a levantarme para que me siente en sus piernas, sus labios no tardan en posarse en los míos y saborea en mi boca su propio sabor. Sus dedos recorren mis piernas acariciándolas y viajan hasta mi centro íntimo y se meten por debajo de mi braga sin tocar ningún lugar en concreto, solo explora.

—Um... ¡Tal como imaginé que estarías! —comenta con voz cargada de pasión.

Me ayuda para que me recueste sobre el sofá y levanta mi camiseta, luego se dedica a besar mi abdomen, mi vientre y luego baja a mi monte de venus, besando y chupeteando en él, luego de un rato continúa su camino hacia abajo deshaciéndose del todo de mi braga; lo siento tomar entre sus labios a mi recién descubierto botón del placer y en automático mi cuerpo se arquea hacia su cara, dándole un mejor acceso de mi centro femenino a su boca.

No puedo creer que mi cuerpo esté teniendo esté tipo de atención, es tan placentero, que cualquiera podría volverse adicto a esto. Él continúa acariciándome con sus labios y el fuego que se acumula en mi vientre se enciende ¡cada vez más y más!, ahora es como si mi vientre enviara miles de sensaciones a todo mi cuerpo, y luego regresaran a él con mayor potencia.

Lo siento presionar más fuerte con su lengua y pareciera como si miles de mariposas se posaran en esa zona, listas para revolotear. De pronto por las bocinas se escucha a volumen más alto una de mis canciones favoritas, "clocks"

Cierro los ojos y me agarro al cabello de Stefan, todo en mí está por reventar y ruego para que eso tan anhelado llegue, pero el sonido a nuestro alrededor se vuelve más estridente y pareciera que han puesto una bocina cerca de mi oído.

—Un poco más —le pido a Stefan indicándole que no pare, ¡más bien suplicándole!

Él tan atento me obedece, y sus labios con su lengua continúan en su faena. Las sensaciones se sienten tan ricas, me retuerzo contra su boca pero por más que lo intento no logro llegar a eso que tanto quiero. El volumen de la letra de la canción en la bocina, va cada vez más en incremento... closing walls and ticking clocks...

Poco a poco, mi mente se va aclarando y caigo en veinte, que el que está sonando es mi despertador. Abro los ojos y casi lloro de frustración, porque solo era cuestión de que mi bendito reloj esperara un par de minutos más antes de sonar, en este instante me siento paralizada en la cama, pero mi cuerpo arde en llamas y todo lo que acabo de vivir fue solamente un sueño.

Llevo mi mano a mi caliente sexo, y ahí abajo hay una laguna de mis jugos, que según en mi sueño Stefan estaba provocando con su boca y esa divina lengua suya.

Me acaricio con los dedos rememorando mi sueño y el chistoso reloj vuelve a interrumpirme. Ahora mismo muero de ganas de estrellarlo contra la pared, pero que culpa tiene él de que yo haya salido huyendo del apartamento de Stefan con semejante calentura encima, ¡e igual o peor que lo haya dejado así a él!

Me levanto resignada a que la calentura me baje con la bañada, y sin contemplaciones me meto bajo el agua helada, ya había escuchado que esto ayudaba pero lo consideraba otro cliché; sin embargo sí que me ayudó, ¡pero más que nada por el mega frío que me provocó!

Salgo de la ducha y me arreglo para ir a trabajar, no estoy de humor para desayunar aquí, así que me voy para la oficina.

Llego más temprano de lo normal y me llama la atención que la ventana de la oficina de Stefan esté entreabierta. Me asomo para verificar si ya está aquí, ¡aunque no lo creo por la hora!, y me llevo la grata sorpresa de verlo sentado trabajando. 

Señor Brown no firmaré ese contrato.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora