Capítulo 1 - Por Bianca Winston.

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Es de madrugada y la melodía de clocks suena en mi despertador, aunque los rayos del sol aún no hacen su aparición, pero debo levantarme a pesar de que solo he dormido tres horas por estar estudiando para uno de mis exámenes de fin de curso en la universidad.

Me levanto y tomo mi ducha acostumbrada por las mañanas, debo de estar puntual en la clase de las seis o me quedo afuera porque a mi adorable profesor de proyectos le da por cerrar la puerta a las seis con tres minutos, sin dejar entrar a nadie después de esa hora. Y para premiar nuestra puntualidad como él dice, ha dado ponderación a la asistencia durante todo el ciclo, así que no podemos darnos el lujo de faltar y perdernos esos puntos.

Termino de arreglarme y en cuestión de media hora salgo del apartamento, y me dirijo a la parada de buses, ya que mi Pichirilo está en el taller, y me lo van a entregar hasta el viernes; la ventaja de viajar a esta hora en autobús, es que va vacío y logro ir sentada.

Así que aprovecho el camino para medio maquillarme y ponerme algo presentable, cuando llego a la parada de buses de la universidad me dispongo a bajar, pero el bendito chofer se detiene media cuadra después de donde tenía que bajarme. «¡Semejante idiota!», me va a tocar caminar más de la cuenta.

Cuando llego a la entrada de la universidad coincido con Lore, quien va llegando también.

—Lore —la saludo.

—Bianca, ¿terminaste la tarea? —Pregunta saludándome con un beso y reanudando el paso para dirigirnos al salón de clases.

—Si la terminé y luego me quedé estudiando para el examen, ¿estudiaste? —Le pregunto.

—Sí, no creo que lo ponga tan difícil, los últimos temas han estado bastante entendibles.

—Cierto, ¡Nos irá bien, ya verás! —le aseguro mientras avanzamos en el trayecto al salón, vamos repasando algunas preguntas que podrían salir en el examen.

Entramos al aula y saludamos al profesor, quien ya está con su reloj en mano esperando que llegue la hora indicada para colocar llave en la puerta. ¡Gracias a Dios! Que aunque el Sr. Collings sea un grano en el culo con la puntualidad, hace amenas sus clases, evitando que nos quedemos dormidos por la madrugada que nos toca dar.

—¿Están listos para el examen del viernes? —Nos pregunta el Sr. Collings.

—¡Nooo! —Gritamos todos en coro y reímos a continuación.

—¡Pues más les vale que se preparen! —nos advierte—. Aunque si no les molesta podemos pasarlo para el lunes.

—¡Siii! —Volvemos a gritar todos de nuevo.

—Solo porque han sido uno de los grupos más aplicados que he tenido, les voy a dar ese regalito —Dice riendo—. Bueno, hasta aquí nos quedamos por hoy, nos vemos mañana, que tengan un excelente día —se despide finalizando la clase.

—Gracias, igual —Le respondemos y salimos para dirigirnos al aula en dónde tendremos la siguiente clase.

Cuando la otra clase termina, nos dirigimos a la cafetería para tomar algo ligero de desayuno mientras comienza la clase siguiente.

Por las tardes luego del almuerzo, tres días por semana me quedo trabajando en la cafetería de la universidad, para lograr tener un dinero extra, papá siempre insiste en que si necesito algo se lo pida pero prefiero arreglármelas por mis propios medios. Bastante hace él con pagar el alquiler del apartamento en que vivo y la cuota de la universidad, no es mucho lo que gano en la cafetería, pero algo es algo y para mis chucherías me sirve.

Sofía llega hasta la mesa en donde estamos con Lore.

—¡Epa dormilona!, ¿por qué no entraste a clases? —le pregunto a Sofía

—Lo siento, me quede dormida mi dichosa alarma, ¡no sonó! Así que como no podría entrar a la clase del Sr. Collings, pensé en dormir unos minutos más pero se me hicieron horas —dice poniendo los ojos en blanco.

—¿Estudiaste para el examen? —le pregunta Lore.

—Sí, por eso me quedé dormida —le responde Sofía.

—El Sr. Collings paso para el lunes el examen —le cuento.

—¡Uf! ¡Qué buena noticia! —exclama—. Eso nos baja carga para el viernes, solo tendremos uno.

—Sí, pero no se te olvide que hay que prepararnos para la defensa del trabajo de merca —le recuerdo.

—Sí, pero eso ya lo tenemos cocinado baby —nos dice Julio que viene llegando.

—No te sentí llegar —le digo tomando un trago de mi café.

—¡Pasos de seda nena! —Dice haciendo los pasos de Michel Jackson—. ¿Estudiaron bellezas? —nos pregunta.

—¡Por supuesto! —respondemos las tres en coro.

—Se sientan cerca de mí para que me pasen la copia —pide riendo

—¡Sí, cómo no! —le respondo—. ¡Como si eso fuera posible!

—Pues aunque no lo creas, uno tiene sus momentos y de pronto necesita apoyo —dice poniendo carita del gato con botas.

Cuando se llega la hora del examen nos sentamos separados los cuatro, antes de que el profesor o sus centinelas nos manden a distanciarnos.

—¡Bueno, jóvenes! —Dice el profesor—. Espero que hayan estudiado, ya saben: afuera apuntes y teléfonos, no quiero nada más que su bolígrafo sobre sus escritorios, quien vaya terminando puede ir saliendo, y por favor no los quiero cerca del aula, si van a esperar a sus cucurucú por favor háganlo en el redondel, a quien detecte copiando o platicando le quito la papeleta y le queda cero punto uno de nota, así que no se arriesguen, ¿alguna duda? —Pregunta, nadie dice nada—. ¡Eso pensé! —dice riendo.

Los centinelas que ha llevado para cuidar que no copiemos empiezan a repartir las papeletas y todo en el aula se convierte en un sepulcral silencio. Hora treinta minutos después salimos Julio y yo, luego sale Lore y Sofía.

—¿Cómo te fue? —le pregunto a Julio.

—Pues si mis cálculos no fallan —dice revisando sus apuntes en el cuaderno—. Fue pan comido, ¿y a ti como te fue?

—Bien, estaba todo lo que repasé anoche —le contesto.

—Y a ustedes como les fue —le pregunta a Lore y a Sofía que se nos unen

—Bien, —responde Lore—. Tenía duda en una pero así la dejé, ya es tarde y tengo que irme, no quiero que me echen de mi nuevo trabajo —comenta haciendo gesto de sufrimiento con su mano sobre la cabeza pero riendo a su vez—. ¡Nos vemos mañana! —se despide de cada uno con un beso en la mejilla y se marcha.

Lore quien se define como una chica chic, recién va iniciando su pasantía en una empresa de modas, ¡así que está en su salsa!

Sofía y yo comenzamos el trámite para poder realizar nuestra pasantía en BS Corporación, la empresa adónde trabaja el papá de ella como gerente financiero, esta es una de las más exitosas y prestigiosas empresas del país, los beneficios para los empleados y el programa de pasantía son excelentes.

Y a pesar de que cualquier estudiante universitario o recién graduado desearía obtener una plaza fija ahí, Sofía desistió del proceso a última hora porque no quiere que el papá la tenga controlada, así que al final está efectuando el trámite con un amigo de su hermano.

Al principio había optado por aplicar en BS porque el amor platónico de su vida, ¡como ella lo llama!, trabaja ahí y es el hermano del CEO, quien según ella, es un tipo estirado, arrogante, frío y calculador.

—Bueno chicos, yo también los dejo, la Sra. Robins debe estarme esperando y Lucy ha de estar desesperada por irse —les comento.

—Te acompaño —dice Julio colocando su brazo en mi hombro—. Nos vemos princesa —se despide de Sofía.

—Bianca no te olvides que mañana tienes la entrevista en BS —me recuerda Sofía, que tiene que ir a ayudar a su mamá con un evento que está montando.

—¡Cómo olvidarlo! —le respondo y retomamos el camino con Julio rumbo a la cafetería 

Señor Brown no firmaré ese contrato.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora