Capítulo 34 - Por Bianca Winston

3K 191 0
                                    

«No deberías de tomar si te deja noqueada, debes cuidar más tu salud, eres más que esto, así que no lo vuelvas a hacer, cuando acepte ser mía, esto definitivamente no se volverá a repetir», escuché esas palabras una y otra vez rondar por mi mente, acompañadas de un cálido beso que aun al recordarlo me provocan calor, especialmente en mi entrepierna. «Cuando seas mía», grita mi mente, ¿ser suya?, ¡Si ya soy suya prácticamente!, ¿Qué más quiere?

Sin salir de mi noqueado sueño mi mente me lleva al placido momento que ahora mismo no sé si fue un sueño o es un recuerdo.

Sus suaves manos ayudándome a bajar el cierre del vestido y acariciando mi cintura, espalda y trasero, al tiempo que sus insaciables labios se posaron sobre los míos, devorando con ardor cada uno de mis besos, sus manos continúan recorriendo mi cuerpo, y se posan en mis pechos que encajan en ellas a la perfección, como si hubiesen sido hechos específicamente para ellas.

Sus toqueteos tienen maestría, mi cuerpo podría volverse completamente liquido únicamente con sus caricias, siento la parte de arriba del vestido caer y desconozco si fue él o si fui yo quien provoco que callera, gracias a la ausencia de brasier, su boca no encuentra ningún impedimento para tomar uno de mis pezones entre sus labios y lo acaricia con dedicación.

¡Perfecto! Lo que mi cuerpo necesitaba para volverse mantequilla ¡y que cada hormona de mi cuerpo danzara de emoción!, mientras en mi vientre se acumulan miles y miles de sensaciones que me hacen estremecer. Mis manos comienzan su propia exploración y disfruto de la calidez de su piel firme, sus pectorales, sus hombros, su abdomen están tan duros, Mm... este hombre ha sido tallado por un verdadero artista que no omitió resaltar cada detalle en su cuerpo, para convertirlo en una verdadera obra de arte.

Siento su erección frotarse en mi entrepierna, y sé que por su dureza no está menos deseosa que mi sexo, y saber que me desea tanto como yo a él incrementa mi excitación y hace que nuevas ráfagas de placer recorran mi cuerpo, gimo de placer y desconozco ese sonido, me resulta tan erótico, tan sensual, que si no estuviésemos solos, creería que no viene de mí.

Doy rienda suelta a mis instintos desatados por el deseo que llevo acumulado toda la semana, y mis manos continúan explorando ese glorioso cuerpo, mientras mis labios degustan cada centímetro de piel que me es posible alcanzar desde la posición en la que estoy.

«Las chicas tienen razón» pienso, con tan solo las caricias provocadas por las manos y la boca correcta, puedes alcanzar las estrellas sin necesidad de ir al espacio. El fuego acumulado en mi vientre y en mi sexo amenaza con estallar, y estoy tan cerca de llegar a eso que podría volvérseme un vicio si quien lo provoca es él.

Pero no, hoy no, quiero más, ¡hoy lo quiero todo!, sé que será mejor a lo que ya me ha hecho sentir, así que estúpidamente me escucho decirle,

—¿Vas a hacerme el amor?».

Todo se detiene en automático, menos el palpitar de mi sexo que exige que continuemos en lo que sea que estuviéramos haciendo, pero no a pesar que me froto contra él para generar fricción y darle a mi cuerpo lo que él me pide, Stefan tiene otros planes.

—¡No Bianca! no sé qué es eso, yo solo sé follar, dar y recibir placer de una y mil maneras, ¡pero no sé qué es hacer el amor!, y tampoco te voy a follar esta noche, porque quiero que estés totalmente coherente cuando lo haga, y antes de eso quiero que conozcas y aceptes mis términos, después te follare como, cuanto y donde tú quieras —me responde.

Y siento caer sobre mi cuerpo una baldada de agua fría.

Me despierto desorientada, y con un intenso dolor de cabeza, veo a mi alrededor y todo en el lugar me parece totalmente desconocido, intento levantarme y el dolor de cabeza incrementa aún más.

¡Mierda! ¿En dónde estoy?, ¿Qué diablos paso anoche?, y si lo que ronda mi mente no fue un sueño sino un recuerdo, significa que Stefan que se suponía que moría por follarme, ¡me desprecio!, ¿habrá sido porque estaba demasiado ebria, o por haberle preguntado si haríamos el amor?

¿Pero por qué se detuvo?, si me desea tanto como yo a él y prácticamente ha estado subiendo por las paredes como él dice.

Trato nuevamente de sentarme para orientarme mejor, ¡y juro que me quiero morir!, poco a poco todo se va quedando quieto, y comienzo a ubicarme, veo en la mesita de noche un vaso con agua y unas pastillas a la par, también hay una nota que dice LÉEME, tomo el vaso con agua y bebo un trago porque me siento como si he andado en el desierto, dejo que me asiente y agarro la nota, la desdoblo y leo.

Bianca

Tómate estas pastillas, te ayudaran a sentir mejor, en el desayunador te queda una sopa ponla en el microondas para que la tomes caliente, "así como me dejaste anoche"

«!wow!, entonces no lo soñé», y si hicimos todo lo que ha estado rondando en mi mente y nos dimos semejante calentón, ¿por qué se detuvo? Y ¿a qué términos se refería?, ¿paso algo que no recuerde?, continúo leyendo...

Pero te la tomas, luego me agradeces el efecto que hará en ti.

Dice la nota, agarro las pastillas que me ha dejado y sin revisar que son me las tomo, ¡estoy en su apartamento creo!, además es un millonario reconocido, ¡no me va a envenenar!, y para cómo me siento ¡no creo que haya algo que me haga sentir peor! Continúo leyendo...

Puedes quedarte en el apartamento el tiempo que quieras, hasta que te sientas mejor, he asignado a un chofer para que te lleve a tu apartamento, también te he dejado en el sofá el chándal y la camiseta que no quisiste utilizar para dormir.

Veo hacia el sofá y en efecto hay una ropa doblada ahí, me quito la sábana que tengo enrollada en el cuerpo y para mi gran asombro y gran vergüenza estoy totalmente desnuda, ¡ni siquiera la braga llevo puesta!

Busco mi vestido con la mirada y nada de nada, ¡ni señas de él!, «menos mal que aunque lo haya tirado a la basura, no tendré que pagarlo», pienso, porque gracias a mi adorable jefe, el precio de la puja en la subasta rebaso lo que habíamos acordado con la mama de Sofía y me va a reintegrar lo que gasté en él.

Mis sandalias están acomodadas cerca del sofá, en donde está la ropa que me dejo y al pie de la cama, están unas enormes pantuflas, vuelvo mi atención a la nota, para ver que más me dice.

Como comprenderás tuve que irme sin ti, no quise despertarte porque no creí que estuvieras en condiciones de viajar, debes descansar para reponerte, sigue mis indicaciones y tomate las pastillas y la sopa, toma mucha agua, necesitas rehidratarte.

P. D. Descansa bien y reponte que tenemos que hablar.

Te busco más tarde.

S.B.

Ok. Confirmado ¡estoy en territorio de Stefan Brown! Y me vio en la peor de las condiciones en que un hombre querría ver a una mujer. Retazos de la noche vienen a mi mente, Stefan llegando a preguntar por su hermano y yo recostada en los brazos de Julio, los ojos de Stefan parecían tener balas, no sé cómo llegue hasta su cama, pero me recuerdo levantarme para ir a vomitar ¡y él me vio hacerlo!

¡No lo culpo!, ¿cómo quería hacerme el amor? ¡si me vio devolver todo en el inodoro!, me levanto al baño que no es difícil de identificar por la puerta de vidrio, veo su interior y es ostentosamente lujoso, utilizo el inodoro y luego tomo una ducha. Recuerdo que anoche me bañe aquí sola, casi llorando de frustración por haber sido plantada en plena faena. Abro el grifo y el agua cae en forma de cascada, dejo que se aclimate a mi gusto y luego me meto debajo de ella para que su calidez me relaje.

Tomo el jabón y lo froto por mi cuerpo, su fragancia me envuelve recordándome a Stefan, nos recuerdo anoche bailando, y su olor invadiendo mis sentidos, haciéndome desearlo ahí, frente a todo el mundo. 

Señor Brown no firmaré ese contrato.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora