Capítulo 45 - Por Bianca Winston.

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—Y que te dijo cuándo bailaron —le pregunto.

—Prácticamente, me reclamó el escote del vestido —responde riendo—. El idiota no quería agarrarme bien y terminé tomándole yo las manos para que las colocara en mis caderas, mientras yo me colgué de su cuello, ¡juro que huele riquísimo! —comenta soñadora—. Pero creo que tendré que llevarlo a una isla desierta adonde estemos los dos solos y así poder demostrarle ¡que ya no soy una niña!

—Um... buena idea —dice Julio—. Mientras te vas con él me dejas a su hermana, está bien linda.

—No la mires —le decimos las tres al mismo tiempo.

—Y ¿qué si es ella quien me mira? —pregunta haciéndose el inocente.

—Ignórala, ni de broma se te vaya a ocurrir jugar con ella o te cortamos los huevos —le advierte Sofía.

—Y ni imaginar que te harían sus hermanos —le recuerdo yo.

—¡Uy que espanto!, —dice frotándose los brazos—. Lo tendré presente, pero no prometo nada si es ella quien me busca.

—Evita problemas recházala —le dice Lore.

—Y tú no digas nada que te vi irte con el tipo ese que dicen que bailaste —contraataca Julio a Lore.

—Sí, también se ofreció a llevarme a mi apartamento —se defiende ella.

—Julio te pedí que la llevaras a su casa —le reclamo.

—Iba a hacerlo, pero en un abrir y cerrar de ojos se me escapó —se justifica.

—No me escapé, no fue mi culpa que Diego llegara a decirme que si nos íbamos cuando tú estabas en el baño.

—Ni que me hubiera estado follando a alguien para que me tardara —se defiende Julio haciéndose el indignado.

—¡A!, pero tú también finalizaste bien la noche, ni creas que no te vi marchar con la idiota de Luz —lo acusa Sofía.

—Hay cariño si vieras que bien alumbra esa Lucecita —nos comenta riéndose.

—¡Es una piruja! —Le dice Sofía—. Siempre la veo insinuándosele a Javier, por suerte a él parece que no le gusta o ya se la cogió y le perdió el interés —reflexiona.

—No la conozco, pero si es cierto que es una piruja, es muy probable que sea eso ultimo —sugiere Lore.

—No considero que alguien pueda perderle el gusto a ese culo redondito —responde el gilipollas de Julio.

—¡A... hombres!, se miran tan serios, tan inteligentes y a la hora de pensar lo hacen con la cabeza equivocada —asegura Sofía con sarcasmo.

—¡Esa no piensa cariño!, esa solo cabritea cuando algo le interesa —le responde Julio riéndose. Los cuatro reímos, y de pronto Sofía mira a Lorena y le pregunta.

—En serio, ¿cómo es que te fuiste con Diego?, ¿lo conocías de antes o fue flechazo a primera vista?

—Nada de lo que está cruzando por tu mente pervertida pasó, solo me fue a dejar a mi apartamento, —asegura poniendo los ojos en blanco—. Y si lo conocía, su abuela es paciente de mi papá y lo vi un par de veces en el consultorio cuando me tocaba ir a ayudarle con la papelería.

—¡Interesante! —le aseguro—. ¡Podría ser el destino que vuelve a unirlos!

—No, ¡ningún destino! —Descarta ella con desinterés—. Solo somos conocidos, ni siquiera sabía que fuera amigo de tu hermano —le dice a Sofía.

—Y eso cómo lo sabes —le pregunta julio.

—Él me lo contó el día de la fiesta, le pregunté que qué hacía allí y me dijo que era amigo de Harry.

Señor Brown no firmaré ese contrato.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora