The Loud House - La luz de mi Vida [Ronniecoln/Lobby]

Capitulo XXV: Bienvenida a Nuestra Familia

— Papá, lo siento mucho por todo esto. No esperábamos que las cosas se complicaran tanto. Pero mamá y la bebé están sanas y salvas—comentaba Eddie, quien estaba en una llamada telefónica.

El Sr. Salvador Guerrero escuchaba con atención las explicaciones de su hijo, el cual estaba a punto de posponer su viaje de negocios a Wisconsin y regresar a Royal Woods. Era evidente que no se encontraba muy contento por lo ocurrido y se encontraba preocupado por el bienestar de su esposa su nueva hija.

— Hijo, ¿te das cuenta de lo que hubiera pasado si tus amigos no hubieran llegado a tiempo? Por eso te pedí que fueras responsable y cuidaras de tu madre.

Eddie se sintió apenado por la reprimenda de su padre y asintió con seriedad.

— Lo sé, papá. Fue un error de mi parte dejar a mamá sola en ese momento, y lamento mucho haberme metido en problemas. No esperaba que las cosas se pusieran tan complicadas. Pero agradezco que Bobby y Lori hayan llegado a tiempo.

El Sr. Guerrero suspiró, aún preocupado, pero aliviado de que todo hubiera salido bien al final.

— En fin, me alegra que todos ustedes se encuentren bien. Solo quiero estar seguro de que puedas mantener todo en orden o debo regresar lo antes posible.

Eddie asintió y tomó una respiración profunda.

— Lo tengo todo bajo control, papá. Aunque fue un momento estresante, ahora que la bebé ha nacido y está en buenas manos, me aseguraré de cuidar de mamá y de Adelita. Además, todos están aquí para apoyarnos, así que no tienes de qué preocuparte.

El Sr. Guerrero suspiró aliviado y mostró un gesto de agradecimiento.

— Gracias, Eddie. Confío en que eres lo suficientemente maduro para tomar las riendas en esta situación. Cuídense mucho, y estaré atento a cualquier novedad desde aquí. Y dile a Roberto que agradezco todo lo que hizo ayer.

Terminada la llamada, Eddie se desplomo sobre la silla que estaba al lado de la cama de su madre mientras se tocaba el pelo.

— Virgen santísima, pensé que me iba a correr de casa.

Rosario solo rio ante la exageración de su hijo y le acarició suavemente el cabello.

— No te preocupes, cariño. Tu padre solo estaba preocupado, como todos nosotros. Pero ahora todo está bien y Adelita está aquí con nosotros.

Eddie asintió y se sentó erguido en la silla.

— Sí, tienes razón. Aunque fue una locura, estoy feliz de que todo haya salido bien. Pero me siento mal por haberte dejado sola en ese momento.

Rosario le sonrió con dulzura y le acarició la mejilla.

— Eddie, cariño, entiendo que todo fue caótico y estresante anoche, pero no tienes que sentirte mal. No fue tu culpa que las cosas se complicaran. Lo importante es que todos estamos bien ahora, y eso es lo que realmente importa.

Eddie asintió, agradecido por las palabras reconfortantes de su madre.

— Gracias, mamá. Aprecio mucho tu comprensión. Solo quería asegurarme de que estuvieras bien.

Rosario le tomó la mano y le sonrió con cariño.

— Eduardo, ya te lo he dicho antes y te lo diré mil veces más: Estoy muy orgullosa de ti y sé que siempre estás ahí para apoyarme.