No somos y no seremos...

Carta 23

Familia Reunida..

No sé cómo comenzar a escribir esto, pero Nils, a veces las personas cambian por alguna razón aparente. Soy demasiado observadora, analizo todo lo que está o pasa a mi alrededor. No soy psicóloga. Bueno... aún no, y en mi estancia lo he pensado. Tal vez no dejar mi sueño de estudiar medicina y ayudar de diferente manera a las personas, pero en estos días la vibra que se siente en casa se basa más sobre la paz, paciencia, y el amor.

Tu padre frecuenta más tu casa, incluso sale con tu madre a cenar, seguramente a un lugar hermoso como lo es ella. No nos cuentan mucho sobre esas salidas, pero estoy segura de que las cosas están regresando a su normalidad. Respecto a ti, te veo con un brillo inigualable en esos hermosos ojos miel, compartes todo lo que sientes con tu padre, y me alegra que después de esa batalla de palabras, él tomara la decisión de quedarse y apoyarte, no solo con dinero sino con algo más importante: <<Atención>>. Claro, ¿cómo olvidarme de mi palabra favorita, no? El amor.

Esta vez nos hemos quedado solos. Te observé por minutos mientras preparabas la cena. Ya sabes, nada mejor que algo casero. Pero me tomaste por sorpresa. Sentí tus cálidas manos sobre mi cintura y me acercaste más a ti, como dos imanes. 

Estabas tan cerca de mí que sentía tu respiración sobre mi rostro. Ver cómo te inclinabas un poco para luego besar mis labios me dejó un poco fuera de sí. Había olvidado cómo se sentían sobre los míos o, aún peor, tus manos sobre mi cuerpo. Dejé de respirar un momento y permití que hicieras conmigo lo que quisieras.

Algunas páginas atrás dije que eras un ángel caído del cielo, pero, mi amor, tú eras el mismo cielo y sabías cómo tal.

Tus manos arrugaron mi camisa que en ese entonces llevaba puesta, y de a poco mi corazón bombeaba más sangre de lo normal. Tus labios ya estaban por mi cuello, provocando que mi temperatura corporal subiera, y el deseo creciente hacía que miles de mariposas revolotearan en mi estómago. Estaba lista para dar este paso, en verdad. Pero aun así, detuviste esto y me preguntaste en un susurro: <<Si la respuesta a mi pregunta es un no, lo entenderé>>.Fue entonces cuando te acorralé en la isla de esa cocina de mármol, aprisionando tu boca contra la mía. Una respuesta bastante obvia de mi cuerpo.

El amor se demostraba de todas las formas posibles, y la física... nosotros no la habíamos probado mucho. Un gran recuerdo para una historia inolvidable.

A la mañana siguiente, la casa estaba llena de risas y conversaciones animadas. El aroma del desayuno que preparabas llenaba el aire, y tu madre y padre se unieron a nosotros en la cocina. Había una paz palpable, una sensación de familia unida que nunca antes había sentido tan intensamente.

Tu padre, quien siempre había sido distante y frío, ahora participaba en las pequeñas cosas. Ayudaba a preparar el café, bromeaba con tu madre, y me lanzaba miradas cómplices. Fue en ese momento que entendí lo que significaba el verdadero cambio, no solo en ti, sino en todos nosotros. Estábamos sanando juntos, redescubriendo el amor y la unidad.

Esa noche, después de un día lleno de actividades y risas, nos sentamos todos en la sala de estar, compartiendo historias y sueños para el futuro. Te vi abrazar a tu madre con ternura, y tu padre, con una sonrisa que nunca antes había visto en su rostro, te palmeó el hombro con orgullo.

—Nils, has crecido tanto —dijo con voz quebrada—. Estoy orgulloso de ti.

Tu madre, con lágrimas de alegría en los ojos, asintió.

—Estamos orgullosos de ti.

Y así, en ese momento perfecto, comprendí que habíamos encontrado la fuerza en nuestra unión, que juntos podíamos superar cualquier obstáculo. Porque el amor, cuando es verdadero y profundo, puede sanar las heridas más profundas y guiarte hacia un nuevo comienzo.

<<El amor verdadero no es perfecto, pero es inquebrantable, y juntos, somos invencibles.>>

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Lamento la demora....