Capitulo 88

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Mundo de cabeza

Después de la partida de mi abuela, pasamos un tiempo más en Londres. Pospuse mis clases y traté de tomarlas en línea por un tiempo mientras el abuelo mejoraba y, bueno, intentábamos convencerlo de venir a vivir con nosotros. Aunque él se negaba a salir de su hogar, donde todo estaba impregnado de recuerdos de un gran amor que nunca morirá. Todos los días, sin falta, le llevaba flores a la abuela. Limpiaba su tumba con una añoranza que me hacía mal a mí también. Me ofrecía a ayudarle, pero siempre me decía que prefería hacerlo solo. Digamos que solo servía de compañía.


Con el paso de los días, el abuelo comenzó a entristecerse más. Ya no hacía las locuras de antes, su rostro estaba cargado de una tristeza pura. Hacía un gran esfuerzo por ocultarlo, pero a mí no me engañaba. Hace tiempo viví la misma sensación de estar a punto de perderte, imaginándome cientos de veces visitando un cementerio si la situación hubiera sido diferente y no hubiera podido sacarte de las profundidades del mar. Afortunadamente, no abandonaste este mundo, pero la vida nos dio una probadita de lo que puede significar perder a alguien.


Un mes después, el abuelo comenzó a enfermarse de un día para otro. Personalmente, no encontraba cuál era su malestar físico o por qué seguía tan grave, a punto de necesitar oxígeno si sus pulmones estaban bien. Su cuerpo seguía funcionando como hace unos meses atrás. Pero la partida de la abuela lo había puesto tan triste que irse le hacía ilusión, aunque a mí me daba aún más miedo seguir perdiendo personas de mi vida.

No somos y no seremos...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora