Capitulo #45

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Transparente..




Un largo día de acomodar y romper envolturas. Sentarnos en el suelo con pizza, sushi, velas, y una oscuridad acompañada de miradas y sonrisas fugaces.

Las pláticas de medianoche suelen ser las más temidas por la gente, y también por mí. Desnudarte en ese sentido es más significativo que una noche de sexo. Contarte mis sueños, miedos, tristezas, incluso problemas que he arrastrado durante años. A eso le llamo tener intimidad y transparencia con la persona que tanto amo.

Escucharte contarme partes importantes de ti me hacía feliz. Saber que me tenías suficiente confianza para abrirte y ser sincero era maravilloso. Pero el amanecer se convirtió en algo aún más romántico. Las velas con aroma a mandarina se agotaron, dejándonos con la tenue luz de la única vela blanca que teníamos justo entre nosotros,te escuché tocar tu guitarra y cantar con una voz que se quebraba.

<<Sabía que algo te estaba pasando.>>



Dejando tu guitarra a un lado y tomando la libreta que te regalé en Navidad, dijiste: "No puedo continuar".

—Cada vez que intento cantar algo que he escrito para ti, las palabras que me hubiera encantado decirte desde hace tiempo me provoca un nudo en la garganta. Hay tantas cosas por decir y ni siquiera se por donde empezar..

—A veces es necesario soltar para liberarnos del nudo en la garganta que nos estrangula más cuando guardamos silencio,—  te dije, regalándote una cálida sonrisa y tomando tu mano.

— Puedes decirme lo que sea, te escucho.

Me observaste por un momento y te centraste en las páginas de esa libreta, comenzando a leer lo siguiente:

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—No todo el mundo es tan valiente de tomarse de la mano y prometer estar en las buenas y en las malas. Las promesas se las lleva el viento y el tiempo las deshace, dejando en el olvido eso de estar ahí en cualquier momento.

Conocer a mi mayor amor en momentos de frustración fue mi salvación. Sentir que, a pesar de lo mal que estaba yo y mis acciones con las personas que me rodeaban, incluso contigo, en cualquier momento pensaba que perdería la guerra. Pero al verte justo enfrente de mí en la oscuridad, abriendo camino a un lugar mejor, tirando las ramas con espinas y tomándome de la mano con fuerza, evitando perderme en el abismo, fue la verdadera prueba de estar en las buenas y en las malas con alguien. Después de todo, ahora una vez recuperado, cuidas mis espaldas y me alientas a cosas con la seguridad de que todo saldrá bien.

Decir "gracias" no es tan gratificante como demostrarte con acciones que estoy contigo. Porque, aunque suene loco, tú eres una guerrera. No solo salvaste mi cuerpo, sino también mi alma.

Sabes que hacer el bien y ayudar es algo que llevo muy dentro de mí, algo muy característico. No abandono a las personas que conforman mi mundo cuando más me necesitan.

El guerrero eres tú, por aceptar el cambio y permitirte ser feliz con lo que tienes, y trabajar por lo que mereces.

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Te quedaste en silencio por un momento después de leer lo que habías escrito en tu libreta. Vi cómo una lágrima solitaria rodaba por tu mejilla. Te acerqué más a mí y susurré: —Estoy aquí, siempre estaré aquí.

Nos abrazamos en el suelo de la sala, rodeados de la tenue luz de la vela, sintiendo que en ese momento, con todas nuestras vulnerabilidades expuestas, éramos más fuertes y más unidos que nunca.

Entonces, te levantaste lentamente y extendiste tu mano hacia mí. —¿Bailamos? —  preguntaste con una sonrisa tímida.

Pusiste una canción en tu celular. Te tomé de la mano y nos pusimos de pie. Comenzamos a movernos suavemente, balanceándonos al ritmo de nuestros propios corazones. Cada paso era una promesa silenciosa, cada giro una declaración de amor eterno.

Nos perdimos en nuestros propios pensamientos, disfrutando de la cercanía y el calor del otro. Con la luz de la vela creando sombras danzantes a nuestro alrededor, bailamos como si fuéramos los únicos en el mundo. Cada mirada, cada caricia, fortalecía el lazo que nos unía, haciéndonos sentir invencibles.

Finalmente, cuando la última llama de la vela se extinguió, nos detuvimos y te miré a los ojos, sintiendo una conexión profunda y pura. — Gracias por estar aquí,—  susurraste, y te besé suavemente, sellando la promesa de nuestro amor.

No somos y no seremos...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora