Carta #8

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Dejate llevar...

Seguimos caminando algunos minutos hasta llegar a la orilla donde una vez estaba el telescopio. Tenías toda la suerte del mundo y demasiada imaginación para organizar sorpresas; era algo que tengo que reconocer. Hablar sobre estrellas y observar cómo caen de un lado a otro me hacía pensar: ¿Qué será de nosotros?

Una parte de mí quiere derribar todo, correr y dejarme llevar, no sobrepensar en nada más, enamorarme de tu voz y la manera en que tus labios pronuncian mi nombre con un acento diferente. Me haces estar en un punto medio, sin saber qué hacer; eres perfecto, casi irreal. Todo esto es como estar soñando despierta.

Pero lo he decidido: voy a arriesgar todo. ¿Qué más da? Algún día moriré, tal vez sea hoy, mañana, en unos meses, y desearía irme con la sensación de haber amado a alguien y ser correspondida de la misma manera.

Nos sentamos en la arena, el sonido de las olas era el fondo perfecto para nuestra conversación. Hablar contigo siempre se sentía tan natural, como si nos conociéramos de toda la vida. Tus ojos brillaban con la luz de las estrellas, y cada vez que me mirabas, sentía que el tiempo se detenía.

—Nils, ¿crees en el destino? —pregunté, rompiendo el silencio.

—Creo en los encuentros inesperados que cambian nuestra vida para siempre —respondiste, sin dudar.

Y en ese momento, supe que todo valía la pena. Que estar contigo, arriesgarme, y dejarme llevar por este sentimiento era la mejor decisión que podía tomar.

"Porque a veces, solo hay que dejarse llevar y confiar en que el corazón sabe el camino."

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