Sobreviviré

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BUSCARÉ UN HOGAAAAAAAAAAAAAR

Me encanta Mónica Naranjo. 

Pero diréis "la chalada esta ha vuelto a desviarse del tema", a lo que yo responderé: "ya me vais conociendo, pero soy así y no puedo evitarlo". 

En fin. 

Idas de olla aparte, es importante decir, aclarar y comentar que...

SOBREVIVÍ A CUATRO HORAS DE COCHE CON LA MADRE Y LOS NIÑOS, ¡¡BIEEEEEEEEN!!

En realidad no fue para tanto...

Se pasaron tres de las cuatro horas jugando con sus respectivos Ipads, sí, cada uno con su propio Ipad Mini. Yo me enganché a mi mp3 y pasé otras 3/4 horas mirando por la ventana y viendo verde, verde, verde y más verde. 

¿He dicho ya que todo era verde?

Bueno, que llegamos a Mánchester o, mejor dicho, a un pueblo perdido en la lejanía de Mánchester. Allí ya había una comitiva de bienvenida.

Me perdí entre besos, abrazos y 'nice to meet you'

Lo mejor de todo: la mitad de la familia asistente era escocesa. Así que, cuando yo vi a esos hombres vestidos con esas faldas o, mejor dicho, con ese atuendo en general, no supe si reír o llorar. 

Qué leches, voy a ser sincera, me reí. 

No me reí en si de que fueran vestidos de esa manera, jamás. Lo que me hizo mucha gracia era que, hijo de mi alma... si vas a ponerte una falda, depílate. A algunos de ellos se les podían hacer trenzas con los pelos de las piernas. 

No exagero, aunque sepáis que me gusta. 

El bautizo fue genial, lo malo era la comida... me pusieron una especie de patatas cocidas con salmón y atún... atún... con el asco que me da. Nada más olerlo quise vomitar.

Hice como que comía porque todo el mundo me miraba. 

Quise morirme. 

Vomité. 

Sí... tuve que salir corriendo hacia el cuarto de baño y vomitar. Menos mal que llevaba una buena reserva de Mentos en el bolso y me quité el mal aliento con un poco de pasta de dientes que había en el baño y con una cantidad ingente de Mentos. 

Los amo. 

Los niños me ignoraron... ella casi pasó de mí... normal... estaba con su familia...

Y entonces llegó la que creí que sería mi salvación, un primo de ella. Casi de mi edad.

Un muchacho monísimo, todo sea dicho. 

Pero más pesado que una vaca en brazos. Creía que Cádiz estaba al norte de España y que era una provincia de interior. Muy guay el muchacho. Menos mal que él mismo admitió que no tenía ni idea de geografía española y que lo había intentado para impresionarme. 

Lo mejor de todo, es que la gente me llamaba por mi nombre. 

María. 

Y no Mery, como la abuela petarda. 

En fin. 

La gente se me acercaba para intentar darme conversación. 

Creo que repetí unas doscientas veces que me llamaba María y que vivía en Cádiz, al sur de España. 

Estaba teniendo un trastorno de la personalidad y creí que era un papagayo.

Cuatro días en Inglaterra y me quería morir. 

Guay.


Diario desastroso de una Au Pair EspañolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora