Viva mi Andalucía

89 11 1
                                    

Creo. Insisto, CREO que ha quedado muy patente que soy andaluza hasta la médula. 

Muy andaluza. 

Y estoy muy orgullosa de ello. 

Como el puñetero babysitting nos había fastidiado a base de bien el día... Alba y yo decidimos posponer nuestra celebración privada.

Diversos factores (qué fisna me pongo, eh) impidieron que se realizase el fin de semana siguiente (babysitting con los niños y clima HORRIBLE). 

Así que nos vimos a mediados de marzo empalmando el cumpleaños de Alba y el día de Andalucía. 

Por cierto, le regalé un palo de selfies. (L)

En fin.

Nuestra estudiadísima celebración consistía en comprar pan. Sí, así de triste. Pan del bueno, una baguette porque pan cateto aquí no vendían... aceite de Jaén a ser posible y... jamón serrano. Ibérico a ser posible. 

En realidad, el plan inicial era hacer una tortilla de patatas y comérnosla en el parque pero, otra vez las diversas causas no permitieron que tal cosa se llevara a cabo. 

Pero bueno... que una no es de piquito fino y, claro está, cuando le hincamos el diente al bocadillo de jamón y aceite del bueno-buenísimo casi se me derrama una lagrimilla. Pero una, que ya es sabia y sabe controlarse, aguantó como las campeonas. 

En el plan inicial también entraba un buen Jerez. Pero no era plan de ponerse a hacer botellón en el parque cuando hay tropecitos pares de ojos mirándote. Y menos, cuando sabía que mi jefa merodeaba por aquellos lares. 

No podía arruinar mi reputación. 

Mientras saboreábamos el manjar, creí oir el atisbo de un castellano bien pronunciado. De esos que tú dices: español de España FIJO. 

Pero lo achaqué al buen sabor de boca que tenía por culpa del jamón ibérico. 

Sin embargo, a la segunda ya pensé que por mucho dinero que me hubiera dejado en el Waitrose comprando el jamón no podía ser tan bueno y me fijé en un padre que jugaba con sus dos hijas al fútbol. 

Creímos escuchar que una se llamaba Sofía... y esa forma de pronunciar la S era muy de los madriles... afinamos oídos...

- Alba, te digo yo que esos son españoles. Tienen toda la pinta. 

- ¿Seguro? Mira que aquí hay mucho mestizo, eh. 

- Que sí, mira a las niñas, joder. Si es que van gritando a voces ¡soy española! ¿Te imaginas que son una familia buena gente y nos hacemos amigos? 

Reímos a la vez, se nos iba la pinza de vez en cuando...

En ese momento, la pelota cayó en mis pies, señal del destino máxima. 

La niña se me acercó muy tímida y a Alba se le escapó algo en castellano que la niña entendió al vuelo y, nada más recoger la pelota, salió corriendo a chivarle a su papaíto que nosotras dos éramos compatriotas. 

El pobre hombre no tardó nada en acercarse. 

Si es que... los españoles nos atraemos como los imanes. 

- Perdonad, ¿sois españolas? 

Asentimos a la vez y se presentó como Roberto. Eran una familia de Madrid recién instalada en Henley, el pueblo al que yo iba a la escuela de idiomas, por motivos laborales de la madre. Tenían una au pair que habían traído con ellos y a la que nombraron como Laura. 

La cosa es que el nombre de la chica y lo que es la historia me sonaba y no sabía de qué. 

Hasta que apareció y rápidamente la identifiqué como la chica aquella tan maja que había hecho el examen de la escuela de idiomas conmigo. Laura, alias La Peru, porque era de origen peruano. Muy ingenioso. 

La chica quedó encantada con habernos visto y nos hizo jurarle que iríamos al día siguiente a comer a la casa en la que trabajaba. Sus jefes insistieron muchísimo. Decían que allí tenían una pata de jamón ibérico que sabría bastante mejor que el empaquetado que teníamos guardado en la bolsa... qué observadores, oye...

Pero no pudimos decir que no... el jamón es mucho jamón y nosotras éramos de paladar débil...

Diario desastroso de una Au Pair EspañolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora