Necesito ser sincera

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Es un hecho.

Mi abuelo me enseñó a ser sincera y no puedo evitarlo. Tengo que decir las cosas claras y a la cara porque sino me carcomen por dentro.

Y ese era uno de esos casos.

Aunque no tenía ningún tipo de compromiso serio con Diego, tipo somos novios, quería dejarle claro que, debido a su reciente actitud de "paso de hablarte" la cosa se había enfriado hasta tal punto que no quería mantener una relación a distancia cuando solo yo tiraba del carro.

¿Era muy egoísta por mi parte?

Esa noche no dormí nada. En absoluto.

Linda tuvo que despertarme pasadas las 7:30 para que le ayudara con los niños. Frank estaba de malas pulgas y ni siquiera tuvo la decencia de mirarme a la cara. Linda no sabía dónde meterse y Jacob le dijo a su hermano pequeño que tendría que alegrarse por mí ya que Vagim era el chico más simpático del pueblo.

Linda, intrigada, me hizo señales dando a entender que aquella noche las dos descorcharíamos una botella de vino blanco carísimo y nos contaríamos las penas. Planazo.

No pasó desapercibido a ojos de nadie las miradas que me dirigía el Rusi en la parada del autobús. Frank le asesinaba cada vez que le escuchaba hablar y la alemana ardía por dentro.

Sobre todo cuando se dio cuenta de que su mano rozó la mía al despedirnos.

No podía dejarlo más.

Escribí a Diego concretando una cita vía skype para esa misma mañana.

Al tercer tono contestó.

Y su expresión me dijo que no solo yo tenía algo que contar...

Diario desastroso de una Au Pair EspañolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora