Los niños pasaron de mí todo el día.
Los amigos de John no hacían más que hablarme de fútbol español y del Real Madrid - Barcelona.
Linda estaba con sus amigas.
Amy estaba ensimismada y yo, pobre de mí, estaba en un parque de atracciones más aburrida que una ostra.
¡Qué guay!
Mi teléfono vibró en mi bolsillo y yo me apresuré a cogerlo. Vagim.
Hola preciosa.
El sonido de su voz ya me hacía sonreír.
Hola, Mr Perfect.
No me llames así, solo soy perfecto cuando estoy a tu lado.
¿Prefieres que te llame Mr Romantic?
Cuando te bese, te acaricie y abrace, sí.
Me echas de menos ¿eh? - me burlé un poco de él, pero en realidad quien le echaba de menos era yo.
Mucho. ¿Has pensado ya en lo que vas a hacer cuando termines tu contrato? - otra vez - solo queda un mes y medio para que te vayas... quédate conmigo.
La conversación se tornó tensa... ya no sabía qué iba a hacer con mi vida.
Me encontraba en una encrucijada que me dividía entre quedarme con él y buscarme la vida, volver a España y buscarme la vida y la recién descubierta posibilidad de irme a San Francisco a un trabajo seguro.
¿Qué habríais hecho en mi lugar?
En medio del ojo del huracán de lo que era mi debate mental, volvimos a casa e hicieron una deliciosa barbacoa con las comidas favoritas del cumpleañero. Poco más de una hora más tarde me retiré a mi habitación con la excusa de un fuerte dolor de cabeza, pude engañar a todos menos a Linda y a Frank, quien insistió en cuidarme y a quien conseguí convencer de que era innecesario porque tenía que disfrutar de su casa y de sus amigos ahora que los tenía tan cerquita.
Di gracias al cielo por haber tenido la brillante idea de descargar un par de películas y meterlas en mi tablet antes de salir de casa. Me salvó la noche del sábado.
Al día siguiente, una triste noticia me despertó.
Habrá quien lo crea o no... pero realmente saber que Wellington no volvía a casa con nosotros y que se quedaba en Yorkshire con John me hizo sentirme un poco sola en la casa los días siguientes.
Ya no tendría que pasearle, ni limpiar las veces que tirara la comida de la basura, tampoco le abrazaría su peludo cuerpecito ni tendría a ningún mastodonte que me deshiciera la cama... le echaría mucho de menos.
Daisy daba vueltas de campana cuando llegamos a casa sin él.
Me despedía así de vivir todos los días con el perro. Mi primera despedida...
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Diario desastroso de una Au Pair Española
Non-Fiction"La ley de Murphy debería llamarse 'ley de María' todo en esta bendita vida me sale mal'. Una gaditana, Inglaterra y miles de aventuras y personas nuevas por descubrir, lo que iba a ser un año aprendiendo inglés, se convirtió en una de las me...