La espera se me hizo eterna.
Y no miento.
Tenía todas mis esperanzas de conocer a alguien que mereciera la pena conservar para toda la vida (así soy yo), en el dichoso 'meeting'.
Linda me escribió la dirección en la pizarra de imanes que colgaba de la nevera de la cocina. Por si acaso perdía el papel.
Ya me iba conociendo, la tía.
Peeeeeeeeeeeero... Yo, que soy tan previsora, ya lo había guardado en mi historial de Google Maps.
He de decir que adoro esa aplicación.
Algún día os contaré por qué descubrí que, solo en ocasiones, mi sentido de la ubicación y de la orientación es malo/inexistente/nulo si achuchamos demasiado.
A lo que iba.
Cogí mi móvil y me planté en la puerta después de sacar, como no, al dichoso perro.
Abrí la app.
Introduje la dirección.
Empecé a caminar.
Trazando ruta.
20 minutos andando.
Guay.
Sudé con tan solo pensarlo.
Y eso que calor, lo que se dice calor, no hacía.
Mira que hay días en los que me despierto con unas ganas de hacer ejercicios e incluso dar mortales hacia atrás que lo flipas. Sin embargo, este era uno de esos días en los que no tienes ganas ni de morderte una uña.
Lo cual no entendía, he de ser honesta.
Tenía muchas ganas de ir a esa reunión.
De verdad.
En fin.
Después de los 20 minutos de camino, un rato de pérdida y alguna que otra gotilla de sudor esporádica, llegué a mi destino.
Nada más entrar me encontré con que el señor dueño de la casa tenía en la mano un rollo de pegatinas y teníamos que escribir nuestro nombre y el país de origen.
Muy original... muy americano.
Pero me gustó. Y mucho.
Pude comprobar que había chicas de todas partes, tantas que apenas cabíamos.
Incluso una de Australia.
Lo cual, a día de hoy sigo sin entender. ¿La finalidad de ser Au Pair no es aprender el idioma? ¿Me han enseñado mal toda la vida o en Australia se habla inglés?
Mucho, pero que muuuuuuuuuuuucho tiempo después, me contarían que la chica en cuestión vino a Inglaterra a aprender japonés.
Tiene mucho sentido, si lo pensáis.
Y si lo descubrís contádmelo porque no lo entiendo.
Después del meeting una de las chicas sacó una libreta maravillosa donde apuntó todos nuestros números de teléfono, o whatsapp mejor dicho, con la brillante finalidad de hacer un grupo para las quedadas, salidas, excursiones, etc. etc.
Esa chica en cuestión no me dio muy buena espina.
Sin embargo, conocí a un grupillo de chicas, todas españolas, para qué engañaros, que tenían mucha afinidad de gustos y, en sí, la misma situación que yo.
Me acordé mucho de mi amada Tati quien, por cierto, se reunía conmigo en una semanilla de nada.
A ella le habría encantado conocer a todas y cada una de las chavalas que allí habían.
Qué solita me sentía.
Al final, ese pequeño grupo de chicas y yo quedamos en ir al siguiente finde todas juntas a Londres.
Eso me animó un poco :)
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Diario desastroso de una Au Pair Española
Saggistica"La ley de Murphy debería llamarse 'ley de María' todo en esta bendita vida me sale mal'. Una gaditana, Inglaterra y miles de aventuras y personas nuevas por descubrir, lo que iba a ser un año aprendiendo inglés, se convirtió en una de las me...