La caída del Imperio Austríaco

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Mis jefes volvieron cuando yo me estaba terminando el tazón de Cheerios. Y bien por ellos, porque el azúcar calmó un poco mi mala hostia y pude contener mis ganas de partirle la boca a media Inglaterra. 

No articulé palabra durante el resto del día, el cual se pasaron trabajando el jardín. Me pidieron que les ayudara un poco a trabajar y me negué en rotundo, alegando una mala noche, encargándome de un bebé llorón.

No dijeron nada.

Y más les valía, porque rodarían cabezas...

Volvimos a la normalidad durante los dos primeros días de la semana. Clases, niños, comida, estudiar, perro. 

fin. 

Monotonía al máximo exponente. 

El miércoles a eso de las 1 de la tarde, recibí una llamada de Carmen. 

Pensé que quizás tenía el día libre y, como había estado bastante enferma, querría despejarse un poco y tomar el fresco en el parque hasta que tuviéramos que recoger a los niños. 

Así que cuando me la encontré en el parque, esperándome, con los ojos hinchados de llorar y dos paquetes de pañuelos en la mano, me alarmé muchísimo. 

¿Qué le pasaría?

Cuando me vio, se levantó del banco y se abrazó a mí como si fuera un bote salvavidas en mitad del océano. 

Lloró durante, al menos, media hora sin parar. Yo solo la abrazaba y le preguntaba que qué le pasaba. Sin respuesta alguna, hasta que pudo calmarse y empezar a contarme (en inglés) lo que había ocurrido.

- Me vuelvo a Austria, María, mañana por la tarde sale mi vuelo a Viena...

Me quedé congelada, petrificada y solidificada en el banco del parque. 

¿Perdía a Carmen? ¿Por qué? Si era una chica de lo más trabajadora y con la niña se llevaba súper bien...

Me explicó que, durante el viaje, la niña se había resfriado y como dormían juntas, se lo pegó, pero ella lo cogió más fuerte. 

Por eso había estado enferma la última semana. 

Según los padres de la niña, decían que no querían que Carmen le pegara algo extraño a la niña, cuando ella misma tenía médicamente certificado que lo que tenía era una gripe común. 

En fin...

Sus mismos jefes le compraron el billete de vuelta a casa para el día siguiente. Tenía 24h para cerrar su cuenta bancaria, despedirse de sus amigas y cancelar la matrícula de la escuela de idiomas. 

¿Podría ser algo más injusto?

¿Podría dejar de estar tan triste en algún momento?

:(

Diario desastroso de una Au Pair EspañolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora