El Rusi

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Halloween se acercaba y no tenía ni idea de lo que iba a hacer.

Como me estaba arruinando con la academia (que para poco servía, siendo honesta) no me podía permitir el gastarme un dineral en un disfraz y tampoco contaba con el vestidor de casa donde tengo pijamas del año de la reconquista, me cardo el pelo, me echo sangre (falsa, por supuesto) en la cara y voy de la niña del exorcista.

Es un clásico y me encanta.

Además, a la gente le embruja porque siempre me paran para hacerse fotos conmigo.

En esos momentos me siento guay y famosa.

Siempre me he preguntado qué se sentiría al ser famosa, creo que sería guay eso de que mucha gente te quiera, pero no tiene que ser tan guay que mucha gente te odie. Y eso sí que no lo entiendo, porque no comprendo cómo puedes odiar a una persona que solo conoces de lo que las revistas te cuentan y que vive su vida de otra manera.

Creo que es la envidia, que nos corroe.

Y me incluyo porque siempre he envidiado sobremanera a Blanca Suárez.

La admiro porque es una gran actriz y modelo.

Pero la odio porque es tan guapa que me hace replantearme si quiero casarme con un tío o con ella.

En verdad no. Soy muy muy heterosexual. Muchísimo.

Y hablando de mis gustos.

¿A que no sabéis?

Pues no porque no he soltado prenda.

Jijijijiji soy mala.

Una mañana en la que estaba planteándome si matar al niño pequeño o no porque pasó de mí y se olvidó de coger el desayuno y tuve que perseguirle para que lo cogiera,

Tonterías en cierto modo,

Me dio por arreglarme.

Bendita mi idea.

Siempre me había fijado en lo guapísima que era Sofía. Una niña rubia con cara de muñeca y ojos más azules que una turquesa (me recordaban al anillo de abuela de Carmen). Y también en que su padre, quien rondaba los cuarenta y tantos, era muy atractivo. Peeeeeeero. Por cosas de la vida nunca había visto a ningún otro miembro de su familia.

Hasta que todo cambió y me morí.

Afortunadamente la chica alemana estaba conmigo en la parada de autobús, eso me hizo quedarme más tranquila y no pensar que todo fue un sueño.

Esa mañana Sofía venía demasiado cantarina. Porque si la jodía es guapa, también lo tiene de gilipollas. Pero no de idiota, sino de borde.

Claro es que si venia acompañada por el guapo no, monumento del hermano mayor pues... era lógico.

El chaval más impresionante no podía ser.

En serio.

¿Conocéis al cantante de D-vicio?

Pues si digo que era su jodido hermano gemelo en versión mejorada no me creéis y ya pensáis que estoy loca del todo y dejareis de leerme.

No lo hagáis, por favor.

Me costó horrores que Alba le viera y, cuando lo hizo, casi se desmaya.

Más adelante entraré en detalles de por qué me costó la misma vida que ella le viera.

En fin.

Cada mañana yo me ponía monísima para ver si él vendría a traer o a recoger a su hermana.

Siempre que venía daba los buenos días, pero la conversación nunca iba a más. Hablaba con su hermana en un idioma que pronto identificaríamos como ruso, de ahí que le bautizara por 'el Rusi'. La alemana babeaba cada vez que llegaba pero él, siempre con esa pinta de cantante de One Direction inalcanzable, apenas levantaba la mirada para saludar-nos.

Hasta que el día que más fiebre tenía, iba con el pelo recogido, mis gafas puestas y en sudadera; escuchó mi conversación sobre fútbol con los niños y habló con nosotros.

Pero me miraba a mí.

Y yo me cagaba en todo. Porque para un día que no me pongo guapa para que me mire, lo hace.

Si es que en realidad mi abuela iba a llevar razón cuando decía que soy más guapa al natural.

Aunque ella me adora, es amor ciego.

Ais...

Nuestra maravillosa y futbolera conversación acabó en un: 'deberíamos ver un partido juntos'.

Y ahí fue cuando perdí a mi amiga alemana.




Diario desastroso de una Au Pair EspañolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora