Noviembre comenzó de una forma agridulce.
Me quedé muy tocada cuando Diego se fue y, lamentablemente mi teléfono no era descolgado cuando marcaba el número de Tati.
Me tenía preocupadísima.
Creo que todo el mundo me entiende cuando digo que es raro que tu mejor amiga, esa con la que empiezas a hablar por Whatsapp en cuanto suena el despertador y es casi la última a la que le das las buenas noches apenas te contesta y apenas te escribe, te preocupas.
Y ella niega cualquier cosa y me achaca todo a que su trabajo en la tienda la tiene muy ocupada.
En fin..
Me centré en pasarlo bien con Alba, Pilar y las demás chicas que iba conociendo, aunque suene egoísta, no iba a desaprovechar mi estancia en un país extranjero porque a Tati no le diera la gana ser un poco más comunicativa.
Pero, aunque me hiciera la dura, me dolía demasiado.
Noviembre trajo de vuelta a mi jefe (véase el piloto de la RAF buenorro) con un mostacho imponente que a mi pobre Linda la dejaba medio muerta por culpa de un producto que se echaba, le daba alergia. Para ella era como si una persona que es alérgica a los gatos tenga que dormir todos los días con uno.
Los alérgicos lo entenderéis.
Yo la tomé un poco como una causa perdida.
Además de su bigote gigante también trajo consigo muchas historias sobre la guerra y cada cena que se hacía en familia el tema principal de conversación era la guerra, las bombas y las distintas estrategias de ataque, todo muy agradable. Linda tomó la costumbre de traerse el Cosmopolitan y comentábamos los looks que más nos gustaban y las tendencias de ropa entre otras cosas banales. Todo por tal de no entrar en debates bélicos cuando tienes la comida en el esófago.
Una de las noches que él salía, me quedé en casa hablando con mi madre por Skype en la cocina. Linda llegó del trabajo súper tarde. Con una botella de vino bajo el brazo.
Se comió la cena que tan amablemente le guardé y en cuanto vio que colgué a mi madre me ofreció una copa llena de vino que había preparado para mí.
Cabe destacar que, en entradas anteriores, yo dije que la cogorza que pillo con el vino es un tanto importante.
Imaginad como nos pusimos las dos en un mano a mano.
Cayó botella y media de vino.
Me contó que su marido estaba extraño desde que volvió de la guerra que, aunque él no es partícipe directo porque sobre todo se encarga de labores de transporte, es algo duro.
Que nos lo digan a nosotros que escuchábamos las bombas cuando nos llamaba por FaceTime...
Yo le conté el problema que tenía con Tati y me dio grandes consejos, como por ejemplo que le diera tiempo y que no le dijera que ojalá estuviese aquí conmigo, porque eso le podía sentar mal.
En eso llevaba toda la razón del mundo.
Linda se estaba convirtiendo en una grandísima amiga además de en una jefa incomparablemente buena.
El Rusi no vino en todo el mes a la parada del autobús, según los rumores de las Au Pairs del pueblo (que ya estaban puestas al tanto de su belleza apolínea) trabajaba en la Côte Braseríe, un restaurante francés a las afueras del pueblo, se dijo de hacer allí la cena de navidad, con striptease incluido a ser posible, gracias.
Alba se convirtió en mi compitrueno. El mejor apoyo y la mejor compañera de locuras que... ya irán saliendo a la luz.
Noviembre fue ligero... pero también trascendental a la hora de convertirme en lo que ahora soy.
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Diario desastroso de una Au Pair Española
Non-Fiction"La ley de Murphy debería llamarse 'ley de María' todo en esta bendita vida me sale mal'. Una gaditana, Inglaterra y miles de aventuras y personas nuevas por descubrir, lo que iba a ser un año aprendiendo inglés, se convirtió en una de las me...