Al quinto tanguillo la niña bailaba, en vez de dormirse.
Claro está, la gracia que tenía la niña intentando lucir sus pasos de baile eran más bien nulos.
Pero ahí estaba yo, aguantando estoicamente y diciéndole lo bonita y graciosa que era mientras le enseñaba cómo mover las manos. Y ella lo intentaba y ponía todo su ímpetu y buen hacer en conseguir el "cojo la manzana, me la como y la tiro" que les enseñan a los niños cuando aprenden con el flamenco.
Apenas se sostenía en pie. Año y medio la pobre... acababa de empezar a andar hacía poco tiempo.
La situación era un show y, a pesar de todo, he de reconocer que me lo pasé bien durante la hora y pico que necesité para calmarla.
Cuando se quiso quedar dormida ya eran las tres de la mañana y yo, que me había convertido en una vieja prematura que no se acuesta tarde y madruga hasta en fin de semana... me sentía como si una manada de elefantes me hubiera pisoteado y después me hubiera usado de pelota de fútbol.
Tan solo de imaginarme a los elefantes en mitad de un partido, me dio la risa floja.
Y cómo no, cada vez que se me ocurría alguna de esas tonterías salidas de tiesto, las compartía con Tati.
Le escribí riéndome a carcajadas, porque yo había pasado a ser el árbitro del partido en vez de la pelota y, claro está, para arbitrar bien, en mi imaginación iba cabalgando a una jirafa... si es que no puedo estar sin dormir...
Su hora de conexión databa de varias horas atrás, así que supuse que ya hablaríamos al día siguiente, cuando ambas hubiéramos descansado.
Pero claro... en mis planes no entraba que uno de mis niños, el pequeño, viniera a despertarme a las 6:30 am diciéndome que tenía hambre y que no quería despertar a sus padres porque habían llegado tarde y estarían cansados.
¿Y YO QUÉ? ¿Quién tenía compasión conmigo? NADIE
Le dije que abriera mi bolso y se comiera las galletas que tenía en una bolsita hermética. Se le hicieron los ojos chiribitas, o eso me pareció, porque por aquel entonces yo solo tenía un párpado abierto.
A las 9:30 vino la segunda llamada por parte del niño mayor.
Con su 'Maria we're hungry' me despertó los instintos asesinos y me levanté como un vendaval a prepararles algo de desayunar porque estaba claro que mis jefes no tenían intención de levantarse.
Subí a ver cómo estaba la niña pequeña y, al no verla en su cuarto me asusté.
La busqué por toda la casa pensando en cómo se habría salido de la cuna.
Pero la encontré jugando con los niños. Les mandé a todos que bajaran para desayunar porque realmente hasta yo tenía hambre.
Pasé por delante de las habitaciones de mis jefes y de nuestros anfitriones y me extrañé de que las puertas estuvieran abiertas de par en par...
No estaban...
No estaban y ni siquiera habían tenido la decencia de decirme que no iban a volver esa noche...
Mi cabreo en aumento.
Bajé las escaleras de tal modo que los niños pensaron que había caído rodando. Les preparé sus desayunos, le di a la niña el suyo y después ahogué mis penas en un café bien cargado y en un delicioso tazón de Cheerios con más miel añadida...
Ay, señor, ayúdame.
ESTÁS LEYENDO
Diario desastroso de una Au Pair Española
Non-Fiction"La ley de Murphy debería llamarse 'ley de María' todo en esta bendita vida me sale mal'. Una gaditana, Inglaterra y miles de aventuras y personas nuevas por descubrir, lo que iba a ser un año aprendiendo inglés, se convirtió en una de las me...