Bath y no de baño

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El día en que visitamos las casas de la National trust nos encontramos con Mari Pili la manchega, que había estado más perdida que el barco del arroz. 

Iba con una muchacha muy guapa, muy morena, se podría calificar de mulata. Cuando la vi pensé: "esta tiene que ser por lo menos francesa o alemana con orígenes africanos o algo así" pero más tarde la vida me recordaría que no hay que juzgar lo que se ve. 

Y es que la chica venía de Castellón. 

Le cogimos el gustillo a esto de irnos por ahí los fines de semana. Vagim de nuevo trabajaba y me empujaba a que me fuera de ruta ya que, por mucho que me quedara en casa, nuestros horarios no iban a coincidir. 

De hecho sí que coincidimos: cuando yo volvía de mis excursiones, él terminaba de trabajar. 

Era un cielo y me hacía vivir en las nubes. 

Volviendo al tema. 

Alba estaba que lo tiraba y se había propuesto hacerle kilómetros al land cruiser... así que, para ese fin de semana, planeamos ir a Bath, una ciudad que pintaba ser muy bonita. 

A la excursión nos apuntamos Mari Pili, Martha (que era amiga de Pilar y venía de República Checa), Danielle (la mulata), Alba y yo. Hicimos un completo. 

Visitamos los antiguos baños por fuera. Al ver el precio nos echamos para atrás. 

Sé que pensaréis: ya que vas a Inglaterra disfruta y entra a todas partes ¿no?

Pues dejadme que os diga que no... cuando eres au pair y tu economía depende de 70 libras  semanales con las que tienes que pagar el teléfono, los gastos, escuela de idiomas y vuelos a casa... piensas mucho en lo que gastas los pounds. 

Pero claro, hasta que no se vive no se sabe y yo me convertí en ahorradora máxima, tanto que cada vez que contaba mis ahorros sentía como si Matías Prats estuviera diciéndome algo sobre ING Direct... 

No hace falta que me explique... ya sabéis que la cabeza no me anda demasiado bien. 

En fin, visitamos una iglesia preciosa de la que no recuerdo el nombre, que estaba justo al lado de los baños, nos hicimos fotos con una calavera que estaba montada en una bici en la que ponía "I died laughing". Un poco tétrica pero molaba muchísimo. 

Compramos unos bocadillos con los que casi lloro. 

Me explico: yo podría sobrevivir a base de pan. No hay cosa que valore más en el mundo que una buena pieza bien horneada y amasada. Me gustan todos los tipos de panes depende de en qué contexto. Mucha gente piensa que exagero, pero para mí el acompañamiento del pan a la comida es súper importante, tanto como el del vino. 

Y la cosa es que el bocadillo que me comí era de un pan que se notaba hecho artesanalmente y no el pan de molde que comía día sí y día también. 

Nos hicimos mil fotos y lo pasamos genial. Danielle, la chica nueva, sólo llevaba en el pueblo un mes y poco, era súper simpática y otra loca de la colina como nosotras. Se integró genial y en seguida nos hicimos amigas. 

Me empezaba a sentir demasiado bien en Inglaterra, las cosas con los niños iban sobre ruedas, tanto que la familia me había invitado a pasar el fin de semana con ellos en Yorkshire para celebrar el cumpleaños del niño mayor. 

Y, días antes, habíamos celebrado un singing contest y yo, con mi horrible voz invoca-lluvias gané. O más bien creo que me dijeron que ganaba por tal de que cerrara la boca y les dejara la fiesta en paz. 

El momento más dulce del día no fue el muffin de chocolate que me compré en Asda, se dio cuando Alba me dejó en la esquina donde siempre se despide de mí. Me dirigía hacia el sendero que separaba mi casa de la carretera cuando un suave perfume masculino invadió mis fosas nasales y se vieron seguidas de un abrazo que se verbalizó con un "te he echado mucho de menos". 

En efecto. 

No era más que mi casi-perfecto Rusi que volvía del trabajo y se había esperado unos minutos sabiendo que yo ya venía de vuelta. 

¿Acaso no era un amor? 

Le besé como si llevara más de un mes sin hacerlo y sentí como la tierra temblaba bajo mis pies. 


Diario desastroso de una Au Pair EspañolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora